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Como Víctor Jara, como García Lorca | Opinión

Por: María Isabel Burbano / @rizossalvajes

El 16 de septiembre, una pila de cadáveres se alzaba en un terreno baldío cerca del Cementerio metropolitano en Santiago de Chile. Una vecina reconoció uno de los cuerpos y dio aviso al Servicio Médico Legal, donde uno de los forenses también lo reconoció y llamó a su viuda para que le pueda dar sepultura y no lo arrojen a la fosa común.

En los albores de una dictadura que durará 16 años y unos cuantos meses, Víctor Jara se convirtió en uno de sus simbólicos mártires. En Chile y Latinoamérica sigue siendo una figura trascendental por sus canciones y su trabajo cultural que le costaría la vida en ese ya lejano 16 de septiembre de 1973. Hoy se recuerdan 50 años del sangriento crimen.

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-¡A ese hijo de puta me lo traen para acá! -gritó a un conscripto. Así relató a diario El País el abogado Boris Navia, uno de los que caminaba en la fila de prisioneros que ingresaban al Estadio Chile el 12 de septiembre de 1973. Un día antes, Salvador Allende se había suicidado en defensa de la democracia y los militares, cuya traición fue la pieza clave del golpe, había tomado el gobierno y La Moneda, destruida por los balazos.

El oficial que gritó la orden, conocido como El Príncipe y hasta ahora no identificado, hizo que trajeran al prisionero de cabellos negros y ensortijados a su presencia. “¡No me lo traten como señorita, carajo!”, le dijo al soldado, que al oír la queja, le dio un culatazo y cayó a los pies del oficial.

-¡Así que vos sos Víctor Jara, el cantante marxista, comunista concha de tu madre, cantor de pura mierda! – le gritó el oficial. Jara pertenecía al movimiento denominada la nueva canción chilena y sus temas tenían una fuerte carga ideológica socialista. Fue uno de los abanderados culturales del gobierno de Allende, por lo que los militares no tuvieron piedad con él.

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En Granada, la noche del 18 y la madrugada del 19 de agosto de 1936 se escucharon disparos en la lejanía. Junto a un olivo en la carretera que une las localidades de Víznar y Alfacar fusilaron a Federico García Lorca. Si bien el sadismo mostrado en la ejecución de Víctor Jara, lo torturaron y golpearon durante cuatro días y se presume que jugaron a la ruleta rusa con él antes de darle el tiro que acabaría con su vida, no estuvo tan marcado en la muerte de García Lorca, sí lo estuvieron las humillaciones.

Documentos de la época dejan registro que la detención de García Lorca se debía a que era socialista y masón. También que realizaba prácticas homosexuales. Sus detractores le decían “el maricón de la pajarita”. Los falangistas, conservadores extremos que se aliaron al franquismo durante y después de la guerra civil, llegaron a la casa de su familia y lo tiraron de las escaleras. Se decía que todos conocían su paradero en Granada, en la casa del poeta Luis Rosales y que uno de sus familiares lo habría delatado.

La localización de su cuerpo es un misterio. Enterrado en una fosa común en Víznar, los arqueólogos han tenido poco éxito en encontrar su cuerpo. García Lorca también se alzó como mártir de un régimen que castigaba con la muerte el pensar distinto, el ser distinto.

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A Víctor Jara le destrozaron las manos durante su estancia en el Estadio Chile. “¡A ver si ahora vas a tocar la guitarra, comunista de mierda!”, le gritó el oficial que le pisoteó las manos. Le descargaron, según la primera autopsia en 1973, 44 disparos. En 2009 se realizó una exhumación que demuestra que fueron más de 50. Ahora el estadio que vio y recibió en su interior tanta muerte se llama Víctor Jara. En una suerte de homenaje a su más grande huésped en las circunstancias menos gratas por supuesto.

A 50 años de la muerte de Víctor, aún escuchamos sus canciones. Te recuerdo Amanda, la historia del amor de dos obreros aún retumba en los oídos de los latinoamericanos. El derecho a vivir en paz se reversionó tras las protestas de 2019 en Chile. Vive aún Víctor, aún tras la saña y la barbarie porque la música es mucho más fuerte que las balas, que la atrocidad. Porque su espíritu vive dentro de los que aún pensamos que es posible caminar por las grandes alamedas, allá donde transita el hombre libre.

Aún recordamos a García Lorca. En sus poemas hechos canción como Romance del amargo o La Leyenda del Tiempo que Camarón de la isla trajo a la vida. En sus obras de teatro, como La casa de Bernarda Alba, que aún hoy tienen cabida y se muestran. Vive todavía García Lorca a pesar de las balas que quisieron callarlo porque el arte es mucho más poderoso que el odio.

Viven ambos y a ambos los recordamos. Solamente nombramos a sus verdugos para hacer justicia, para que no se olviden las manos asesinas que acabaron con ellos, pero ellos, ellos son infinitos e inmortales, de los que los vejaron y humillaron ¿quien se acuerda?