Publicidad spot_img

Apoya a Radio La Calle ($2,00)

Colombia y su emocionante Momento Histórico

Alexis Ponce

Sentado este domingo en una sillita en casa, junto a Nelly en su cama hospitalaria, auxiliándola en su dolor oncológico, secando sus lagrimitas de emoción al decir en voz alta: “Cómo me hubiera gustado estar en Plaza Bolívar, con mi pueblo, viviendo este momento único”, lloramos ambos mirando y sintiendo los momentos más emotivos y sensibles, en nuestro corazón y retinas, de este enorme acto de masas del pueblo amado de Colombia.

No sólo que los sentimos, sino que vivimos los momentos más emotivos del gigantesco evento de posesión pública de Gustavo Petro en la presidencia de Colombia. Esos momentos fueron todo el evento y, obviamente, cuando María José Pizarro le puso la banda presidencial a Gustavo. No me pude aguantar, lloré como niño de pecho. Era la historia de Gustavo y Pizarro, la historia de dos generaciones de colombianas y colombianos a quienes un día convocó para soñar juntos, por la paz y la justicia, un caribeño a todo dar que era buen ajedrecista y mamador de gallo llamado Jaime Bateman Cayón. Gustavo es la síntesis histórica de esa ansiada paz y cambio en paz que duró 40 años el lograrlo.

El otro momento emotivo fue cuando Petro ordenó que la Casa Militar proceda a traer la Espada de Bolívar para siempre. La demora en traerla fue angustiosa, pero sin duda alguna Gustavo probó su madera de valor y su talla de estadista. El mandatario saliente, un señor de apellido Duque creo que se llamaba, se había negado a ordenar que se traiga la espada al acto de posesión oficial y sólo fue posible hacerlo cuando Gustavo fue posesionado presidente.

Un momento especial fue cuando las cámaras y fotografías se centraron en el Alto Mando, seis jefes pundonorosos, rodeando al presidente Petro, dándole el parte que suele darse en estos casos y poniéndose a sus órdenes y de la Constitución. Gustavo estaba en el medio, rodeado de los seis más altos Oficiales de las FFAA del gran país andino, tres al un lado y tres al otro. Recordamos con Nelly que el civil que estaba siendo escoltado y saludado por todas las FFAA, era un ex- guerrillero. De haber estado en cautiverio dentro de una mazmorra donde fue torturado, a ser escoltado y homenajeado como el Comandante civil de su Ejército de Colombia, fue otro momento único.

Y el último momento conmovedor, cuando Petro relató, al final de su íntervención, lo acontecido en el acto ancestral de posesión tres días antes con los pueblos indígenas. Recordó lo que le dijo una niña indígena y no pudo continuar, quebrándosele la voz.

Ha sido un momento único. Y más allá de los excelentes contenidos de los discursos esperanzadores y profundos, el corazón manda siempre. Y el estar aquí, en el destierro obligado, cerca a mi esposa, una mujer colombiana en una cama esperando a que cese el dolor del cáncer, mirando, SINTIENDO ambos este momento único de Colombia y Latinoamérica, es para agradecerle a la Vida.

Un amigo y hermano de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, APDH del Ecuador que dirigí casi 20 años, me escribió recordándome que Gustavo estuvo en la Apdh en Quito, en la década antepasada, y que fue nuestro invitado de honor para que exponga sus ideas y experiencias; y que como siempre sucedió, lo apoyamos y defendimos.

Soy un ecuatoriano exiliado en Bogotá, y ante todo un ciudadano del mundo, un ser humano emocionado por lo que acabo de vivir en Colombia junto a mi esposa, nacida en esta tierra, paciente oncológica terminal que decidió volver a su lugar natal, a su gente, a su familia, sus amistades, su pueblo.

Emocionados seguimos ambos por lo que empieza a vivirse desde este mismo día en Colombia. La vida, como la sorpresiva mirada del destino, es misteriosa y bella.

Publicidad