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Cifras oficiales de contagiados se contradicen de un día a otro

Quito, 27 abr (La Calle). – En el Ecuador, a diferencia del resto del mundo, la cantidad de infectados por coronavirus disminuye mágicamente. Así, al comparar los reportes oficiales de infectados y fallecidos por coronavirus o covid-19 correspondientes al lunes 27 de abril de 2020 versus los del viernes 24 del mismo mes y año, habría entre 7.715 y 8.236 casos menos de personas confirmadas con la infección.

¿Cómo se explica esto?

Llama la atención la notable disminución en las cifras de las principales provincias donde se han registrado los mayores contagios.

Por ejemplo, en el reporte del 24 de abril, en Guayas aparecían 15.365 casos confirmados y este lunes la cifra es de 5.193 casos menos, pues se indica que habría 10.172 confirmados. En el caso de Pichincha también se registra igual caída: pasa de 1.634 casos el viernes a 1.194 este lunes (440 casos menos).

El caso de Manabí es escandaloso, pues el número es unas tres veces menor, al bajar de las 1.869 personas con casos confirmados del covid-19 a 514. Los Ríos desciende de los 668 casos a 662, y El Oro, de 477 a 327 casos.

¿Es posible que legalmente se declare un caso confirmado un día y tres días después no? ¿Hubo más de 7.000 certificaciones médicas con equivocaciones? Si esto es así, significa que el Ecuador atraviesa no solo por un lamentable estado de su sistema sanitario, sino que ni siquiera son confiables las pruebas para la detección del virus y, peor aún, no existe confianza en que sea real el trabajo de seguimiento de la crisis que despliega el Gobierno nacional.

Pero aún hay más. El total nacional de confirmados en el reporte del lunes no es igual al total nacional de las provincias que consta en el mismo informe. ¿Cómo entender esto? El reporte del 27 de abril, en la parte superior de la infografía dice que hay 23.240 casos confirmados, pero en el total de las provincias señala que son 15.004.

¿Dónde están los 8.236 casos menos del mismo reporte?

Esta confusión de cifras parece ser parte de un entramado político que trata de generar en la población una mayor predisposición a la postura del Gobierno que pretende hacer que se pase del aislamiento a lo que han denominado como distanciamiento.

Por un lado, este manejo de las cifras y las estadísticas le da al Gobierno la posibilidad de argumentar un aparente aplanamiento de la curva, justificando así su decisión de pedir el retorno a la normalidad.

Por el otro lado, políticamente, pretende disminuir la fuerza de las argumentaciones de los gobiernos locales, como el de Quito, que solicitan la ampliación del tiempo del aislamiento en domicilios de todos los ciudadanos.

Si se confirma este manejo de las cifras, no queda la menor duda de que la batalla por la salud y la vida también se está librando en el campo estadístico.