Por Omar Jaén Lynch / @kelme_boy
Periodista
Los plazos se van quemando en el calendario electoral y, aunque a muchos no les guste, los focos se centran en la Revolución Ciudadana. Del centro a la derecha, la cama se va copando con variados candidatos como Guillermo Lasso, Otto Sonnenholzner, Álvaro Noboa, Isidro Romero, César Montúfar, Lucio Gutiérrez, entre otros. Hacia la izquierda, está la pugna entre Pachakutik y Conaie, que presiento que igual terminará en la postulación de Yaku Pérez.
Pero entre “correístas” y “anticorreístas” por igual está la incertidumbre por conocer qué pasará con la Revolución Ciudadana. Aún se desconoce si Fuerza Compromiso Social – la lista que cobijó al “correísmo” en los últimos tiempos- podrá superar todas las maromas jurídicas que le han interpuesto en el Consejo Nacional Electoral para evitar que participe en las elecciones de 2021.
Tras el nacimiento del Frente UNES, a la Revolución Ciudadana le queda la última bala de Centro Democrático. Todo parece indicar que esta será la vía que utilizará el “correísmo”. Claro, si es que a última hora no sale alguna pirueta en el pleno del CNE o un “informe” del diligente contralor a la fuerza, Pablo Celi.
Sí, el tema de hallar un movimiento que les dé posada es algo que tiene desvelada la dirigencia de la Revolución Ciudadana, pero hay otro tema que también los tiene “cabezones”: el bautizado Caso Sobornos.
El “juicio del siglo” -como también ha sido sacramentado por los medios de comunicación acólitos del Gobierno- entra en la última instancia de casación. La lógica dicta que esta etapa se desarrollará a la misma velocidad de Usain Bolt de las anteriores. No hay nada que haga pensar que un nuevo tribunal modifique toda la opereta puesta en escena por la Fiscalía General del Estado.
Ya se verá en las cortes internacionales si Diana Salazar actuó en derecho o, cómo lo han denunciado múltiples especialistas del Derecho, este caso es un proceso plagado de irregularidades, pruebas forjadas y violaciones al debido proceso. Salazar y todos los jueces que han actuado en el proceso se la han jugado por sentenciar a Rafael Correa y con eso impedir su postulación a cualquier dignidad en 2021. Y lo reitero, se la han jugado con la esperanza y con el corazón en la boca de que la administración que asuma el próximo año los proteja, porque todo pinta que a nivel internacional la pasarán muy mal.
Haré de clarividente: Antes de la primera quincena de septiembre estará resulta la etapa de casación. Esa instancia que en condiciones normales puede durar más de dos años en Ecuador, en este caso se resolverá de forma expedita. Los tiempos corren y el Gobierno, con su diligente fiscal, no se arriesgará a sacar una sentencia ejecutoriada a días del inicio de inscripciones de candidaturas.
Me imagino el ambiente casi orgásmico que habrá en los medios de comunicación al día siguiente de la sentencia. Ya veo esos tuits diciéndole a todos y cada uno de los sentenciados que son “delincuentes”, “prófugos” y que “se quedaron con los churros hechos” porque Correa no será candidato. Se ve venir.
Pero saben, dos días después de la sentencia el Ecuador será el mismo. Será el país que ahora tiene una tasa de desempleo de dos dígitos, será el país en donde el subempleo está por encima del 35%, será el país en donde la inseguridad se viven dentro y fuera de las cárceles, será el país en donde los hospitales y puestos públicos se reparten solos. Será el país que tiene más de 31 mil muertos por encima del promedio de los últimos años y en donde el Gobierno no quiere aceptar que fracasó en la pandemia.
Desde su llegada a Carondelet, Lenín Moreno y su gavilla de ministros se dedicaron en cuerpo y alma a intentar bloquear a Rafael Correa. Lo lograrán en las próximas semanas. Habrá fuegos pirotécnicos y aplausos de los zalameros de siempre. Solo invito a los ecuatorianos a pensar que si para lograr eso -sentenciar a Correa en un proceso más que dudoso- se valía toda.
¿Valía la pena llevarnos a la miseria para bloquear a Correa? ¿Valía la pena miles de muertos para bloquear a Correa? ¿Valía la pena deshuesar el Estado para bloquear a Correa? ¿Valía la pensar precarizar el empleo para bloquear a Correa? ¿Valía guardar tanto silencio en medios, grupos políticos y sindicales con tal de bloquear a Correa?