Buenos Aires vota con la mitad del padrón: ¿desgano, bronca o estrategia del poder?

Quito, 21 may (La Calle).- La Ciudad de Buenos Aires, que solía encabezar los rankings de participación electoral en Argentina, acaba de marcar un récord por lo bajo: solo el 53% de los habilitados acudieron a las urnas en las legislativas del 18 de mayo. Esto significa que casi la mitad del padrón decidió no votar. Y no se trata de una provincia periférica o con arraigadas prácticas de abstención; hablamos de la capital, de un bastión histórico del macrismo, hoy conquistado por el oficialismo de Javier Milei.

Lo que para algunos podría parecer un simple síntoma de apatía, para varios analistas es una señal más profunda. “Hay una tendencia histórica desde 1983: cada década baja entre 5 y 10 puntos la participación”, recordó el politólogo Facundo Cruz, quien también identificó una nueva forma de protesta ciudadana: no ir a votar.


De la urna al vacío

El desinterés no llegó solo. Según Alejo Pasetto, de Epyca Consultores, muchas personas ni siquiera sabían qué se votaba. Era la primera vez que Buenos Aires renovaba sus 30 bancas locales sin coincidir con las elecciones nacionales, lo que generó una desconexión con el proceso y una campaña cargada de discusiones nacionales más que de temas municipales.

Para el analista Julio Burdman, ese desdoblamiento electoral “estuvo mal diseñado” y explica gran parte de la abstención. «No están funcionando los desdoblamientos electorales», advirtió, señalando que otros distritos como Salta o Santa Fe enfrentaron patrones similares.


¿Un nuevo 2001 sin cacerolas?

Los paralelos con la crisis del 2001 no se hicieron esperar. Aunque entonces hubo mayor participación, el llamado «voto bronca» —blanco o nulo— alcanzó el 24%. Hoy, ese descontento mutó: ya no se vota en blanco, directamente no se vota. “Estamos viviendo una reedición de 2001, pero con nuevos códigos. Ahora es la abstención la que habla”, opinó Cruz.

Burdman, en cambio, rechaza esa comparación: “Hoy hay recuperación económica y más optimismo. Lo que pasó fue una mala convocatoria”.


El resultado: menos votos, mismo ganador

Manuel Adorni, candidato oficialista y exvocero presidencial, ganó con apenas el 30% del total de votos emitidos. Para los expertos, la baja participación no resta legitimidad al resultado, pero sí plantea un dilema democrático. «El sistema político necesita de la participación ciudadana como su combustible vital», dijo Cruz. Sin ese insumo, el motor institucional comienza a fallar.

Pasetto fue más lejos: “Estas derechas radicalizadas prefieren poca participación y mucha polarización. Ganar con el 30% del 50% es más fácil cuando el resto se queda en casa”.


¿Se avecina una crisis de representación? ¿O solo estamos frente a una estrategia eficaz de desgaste democrático? Las urnas en Buenos Aires no hablaron… pero su silencio retumba.

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