Quito, 12 oct (La Calle).- En el Ecuador contemporáneo, pocos se pueden dar el lujo de ser una figura cultural e histórica que deje huella en el país. Uno de ellos es Baltazar Ushca que pasó – al menos 65 años – subiendo al Chimborazo para extraer el hielo y venderlo a los diferentes mercados y otros puntos de Riobamba.
Con Baltazar muere un episodio de nuestra historia, pero ¿no termina la historia traduciéndose en memoria? Su figura nos recuerda de un oficio crudo, difícil, por ello, los compañeros de Baltazar, incluyendo a sus hermanos, lo abandonaron con el tiempo para buscar otras formas de sostenimiento económico. La suya es una vida de resistencia, fuerza, pero también de cambios y un legado.
En sus últimos años, Baltazar trabajaba en el museo de Guano en los recorridos donde contaba su historia tan digna de admiración que fue llevada al cine en el cortometraje documental El último hielero (2012) dirigido por Sandy Patch. Se hizo conocido internacionalmente y en 2017, el Instituto Mexicano de Líderes de Excelencia le otorgó un Doctorado Honoris Causa por su ardua labor.
Con su fallecimiento se muere un oficio histórico, pero no la memoria que guarda ese momento del tiempo, donde solo unos pocos se adentraban al corazón del taita Chimborazo para tomar de sus capas el hielo tan único que se termina volviendo recuerdo. (MIB)