Quito, 18 de junio (La Calle).- Antonio Chamorro, especialista en movilidad eléctrica de Ecuador, advierte que «aún no existe una normativa obligatoria que estandarice el tipo de conector» en su país. Esta carencia normativa no es solo un obstáculo técnico, sino una traba estratégica que limita la expansión de la movilidad eléctrica en toda la región. “La falta de una política unificada a nivel regional dificulta el proceso de integración y adaptación de los fabricantes, generando incertidumbre tanto en los desarrolladores de infraestructura como en los usuarios”, señala.
Chamorro también subraya que, si bien el sector intenta alinearse con normativas internacionales como las IEC y CCS, la coexistencia de múltiples tipos de conectores —Tipo 1, Tipo 2, CCS1, CCS2 o GBT— complica la interoperabilidad. “La heterogeneidad de conectores impide que los sistemas dialoguen entre sí”, afirma. Esta situación no es exclusiva de Ecuador: en Perú, México, Chile y Colombia, las reglas técnicas aún se escriben mientras la infraestructura ya se construye, lo que crea fragmentación y barreras silenciosas para la adopción masiva del vehículo eléctrico.
Normativas incipientes y marcos fragmentados
En países como Perú y Ecuador, las normativas sobre infraestructura de carga eléctrica aún están en fases iniciales. En Perú, aunque el Decreto Supremo 022-2020-EM autoriza la carga comercial, la normativa técnica es todavía incipiente. “La diversidad de conectores es una barrera invisible que encarece los costos operativos y dificulta el crecimiento del ecosistema eléctrico”, explica Adolfo Rojas, presidente de AEDIVE Perú.
En México, la situación no es muy diferente. Conectores estadounidenses como el CCS1 y NACS conviven con estándares asiáticos como CHAdeMO, generando un panorama técnico complejo que también confunde a los usuarios e inversores. En Chile, país que adoptó tempranamente el Pliego Técnico N°15 con estándares como IEC 61851 y CCS, las autoridades enfrentan ahora el desafío de actualizar sus marcos frente a la evolución global del mercado.
El dilema regional: ¿unificar o adaptarse?
El debate sobre estandarización vs. adaptabilidad divide opiniones. Algunos expertos proponen un único estándar obligatorio; otros, como Carlos Lantigua, especialista en eMobility de República Dominicana, consideran que imponer reglas prematuras en mercados pequeños puede desacelerar la transición energética. La solución intermedia parece estar en la infraestructura flexible con adaptadores certificados, que permita convivir diferentes tecnologías sin sacrificar seguridad ni eficiencia.
A pesar de las diferencias, hay consenso en que la interoperabilidad es el corazón del sistema. Chamorro afirma que “con protocolos homologados, los costos bajan, se incentiva la competencia y se acelera la adopción del vehículo eléctrico”. Pero sin un marco común, cada país define su camino con influencias geopolíticas distintas, lo que fragmenta el mercado y retrasa los beneficios de una red regional conectada y funcional.
Estándares: ¿barrera o impulso?
Mientras fabricantes chinos dominan el mercado latinoamericano con conectores GBT, Tesla introduce el NACS en países con influencia estadounidense, y Europa impulsa CCS, el escenario resulta cada vez más confuso. “Pensar en América Latina como un solo bloque regulatorio es un error”, sostiene Eugenio Grandio, presidente de la Asociación de Electromovilidad de México. “Cada país responde a intereses distintos y eso genera un ecosistema sin cohesión técnica”. La falta de estandarización no es solo un problema de enchufes: es un freno a la transición energética y una amenaza para la inversión privada. La red de carga, en vez de ser un facilitador, se convierte en un campo minado de incompatibilidades técnicas y decisiones improvisadas.