Por: María Isabel Burbano / @rizossalvajes
Pandora Papers llegó al Pleno Legislativo y casi se puede decir, usando el argot popular, que “por las mismas” se fue. Las expectativas sobre la aprobación del informe que realizó la Comisión de Garantías Constitucionales eran pocas. La ID, PSC, BAN y algunos legisladores de Pachakutik manifestaron que no se “prestarían para atentar contra el estado de derecho”, es decir, que no perturbarían al presidente de la República.
Las expectativas bajaron aún más cuando, coincidencialmente, la Contraloría General del Estado anunció que se archivará el examen especial de Guillermo Lasso al no encontrar ningún bien o capital en paraísos fiscales relacionados a él durante el período de candidato presidencial y su posesión.
Siguiendo la idea de la asambleísta Moreira, que dijo “no esperamos nada de los asambleístas y aún así logran decepcionarnos”, y es verdad. En el debate, varios legisladores defendieron a capa y espada a Lasso, “un hombre honesto que hizo su dinero de forma correcta”, dijeron, y que “no hay que escandalizarse por sus empresas offshore disueltas”.
En la otra esquina, los asambleístas de UNES se hicieron las preguntas que también se hacen los ecuatorianos decentes. Es que cuando aparecen acusaciones de evasión fiscal no hay marcha atrás y la crítica y la duda siempre serán necesarias.
Desde 1994, con Andean Investment, Lasso tuvo capital en paraísos fiscales con el único fin de evadir impuestos. De las empresas relacionadas a él no hay registro de pago de impuestos en el país. ¡Y no nos inmutamos! La élite económica de este país saca su dinero del país, no paga todos los impuestos y no nos interesa.
El daño que hace la evasión al país es gigante, le cuesta al país USD 7.600 millones que podrían destinarse a educación, salud y fortalecimiento de la economía, pero un presidente que aún mantiene la figura de “protector” de Banisi Holding, tiene nexos con offshores demuestra el rumbo que toma nuestro país. Uno que intenta congraciarse con los empresarios y olvidarse de la legalidad que le exige mantener a sus ciudadanos.
«Hoy en día la gente sabe el precio de todo y el valor de nada», decía el gran Oscar Wilde y tenía razón. Olvidamos que el valor de la honestidad, generosidad y desprendimiento son vitales para un político preocupado por su pueblo y de una asamblea que no encubre el sol con un dedo.
¿Pandora Papers irá al olvido? Parece que sí. Allí donde el Legislativo deja quemimportismo, a los ciudadanos nos queda la crítica e indignación. Pero también nos quedan las calles.