Aquiles Álvarez termina con 30 años de dominio socialcristiano

Quito, 06 Feb ( La Calle).- Las elecciones seccionales 2023 dejan varias sorpresas. Con el 93,54 de actas procesadas al momento de escribir esta nota, Aquiles Álvarez de la Revolución Ciudadana (RC) es, con el 39.74%, el nuevo alcalde de Guayaquil.

El resultado no solo representa la victoria de la RC sino el fin de 30 años de alcaldes del Partido Social Cristiano (PSC) en el puerto principal. Desde León Febres Cordero hasta Cynthia Viteri, hagamos un recuento del dominio socialcristiano que vive sus horas bajas.

El inicio

León Febres Cordero ya fue presidente del Ecuador cuando llegó al sillón de Olmedo en 1992. Estuvo dos períodos allí (1992-1996 / 1996-2000)

Su gobierno se caracterizó por la conversión de Guayaquil en un espacio público con bases privadas. Una característica del PSC. El antropólogo Xavier Andrade relata en el artículo Diarios de Guayaquil: ciudad privatizada «El gobierno local opera mediante el establecimiento de un
aparato paramunicipal de fundaciones privadas con licencia, en algunos
casos, de hasta un siglo para el arbitrario manejo del espacio público».

La campaña de civismo con la figura de Juan Pueblo fue lanzada en su periodo, sin embargo, la poca gestión en los barrios periféricos (hasta 2007, cuando ya gobernaba Nebot, uno de cada cinco habitantes no tenía acceso a alcantarillado ponen en entredicho el trabajo de Febres Cordero con las alianzas público – privadas. Una de ellas sentó las bases del Malecón 2000 que terminaría Jaime Nebot.

La fuerza

Sin duda, la figura por excelencia del PSC en Guayaquil es Jaime Nebot. Alcalde desde 2000 hasta 2019. Esas dos décadas afianzaron el dominio de ese partido político en la Perla del Pacífico.

¿Cómo se reelige a una persona por cuatro ocasiones? Hasta 2020, según el Instituto de Estadísticas y Censos (INEC), el 31,4% de la población en Guayaquil era pobre por necesidades básicas insatisfechas. Habitantes que no tienen acceso a una vivienda digna y servicios básicos.

De acuerdo con Andrade, el secreto del PSC fue su obra más conocida: la renovación urbana «su estabilidad da cuenta de la hegemonía alcanzada
por este proyecto, la misma que se expresa en la degeneración de una esfera
pública donde todo tinte crítico ha sido debidamente domesticado, y en la
proliferación mediática de nociones de «autoestima» que han servido para
apuntalarlo hábilmente y, así, generar consensos».

El proyecto de Nebot buscaba transformar a Guayaquil en una ciudad postal. Al Malecón se suma la Perla, una noria de 56 metros de altura inaugurada en 2015 que recuerda al Ojo de Londres. Mientras la apariencia muestre a un Guayaquil donde el centro y el norte estén limpios, no habría problema.

Esa limpieza se extendió a lo social. «Los ciudadanos se convierten en meros visitantes o consumidores en espacios que norman hasta el manejo de sus cuerpos: no parecer pandilleros, no besarse, no sentarse con los pies sobre las bancas, no vestirse como un estudiante, no ser trasvesti, no airear homosexualidad, no ser vagabundo», señala Andrade. Normar el espacio público para volverlo deseable ¿Qué pasó con el sur, el guasmo y las periferias? Nada, legalizar las invasiones no llegó con servicios básicos o planes de vivienda. La inseguridad empezó a hacer casa en Guayaquil.

El final

En 2019 llegó Cynthia Viteri y parecía que el PSC se extendería por los siglos de los siglos, pero el liderazgo de Viteri difiere del de sus antecesores. Esa diferencia de poder pasó factura. Se volvió más evidente las carencias de Guayaquil (en esa ciudad se concentraron la mayoría de casos de COVID -19 así como la mayor parte de fallecidos). En pandemia vimos cómo ciudadanos se desplomaban en el suelo muriendo al instante.

A eso se le suma la crisis de inseguridad que vive el país y que golpea con singular fuerza a la ciudad portuaria. El dominio de las bandas delincuenciales hace de la urbe un foco para la delincuencia común, el sicariato, el paso de droga. Si bien la seguridad no es competencia del Municipio. La ineficiente gestión gubernamental pasó factura a Viteri.

Los casos de corrupción resonaron en medios de comunicación como Expreso, que investigó irregularidades en proyectos como aromaterapia y murales para la ciudad. La campaña electoral para 2023 se concentró en responder a la oposición en vez de hablar de las propuestas. La sobriedad no tuvo cabida en el equipo de Viteri, que el 5 de febrero no quiso dar declaraciones. Las luces se apagaron en la lista 6, quien tiene contados los días para dejar Guayaquil. El tiempo nos dirá si empezaremos a ver un cambio que traiga verdadera dignidad a los habitantes de la Perla del Pacífico. (MIB)

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