Editorial
Cuando nació Radio La Calle, allá hace ya 13 años, tuvo un objetivo: ponerle cara a los emporios mediáticos que no hacían una cosa distinta de la que hacen ahora, servirle al poder de turno, siempre y cuando le inyecte jugosos recursos. Y, sí, lo logramos.
Le hemos puesto rostro humano a las noticias, le decimos al poder lo que quisiera que callemos. Nos hemos abierto espacio en la opinión pública, con errores, sí, pero con el deseo inquebrantable de mejorar cada día.
Quisiéramos celebrar, tener un pastelito, beber una copa, pero el Ecuador no está para fiestas: estamos en un Estado que ha desertado y que abandonó toda responsabilidad respecto de sus ciudadanos. Ya no hay futuro posible a la vista, el luto es nuestra realidad.
Estamos por llegar a los 300 asesinatos en las cárceles del país y el Gobierno nada dice, nada efectivo hace. ¿Qué podemos celebrar? ¿Con qué cara? ¿Bajo qué principios?
Quisiéramos guardar un respetuoso silencio ante los asesinados de la Penitenciaría del Litoral, y así lo haremos. Por las víctimas y sus familiares guardamos luto y nos comprometemos a continuar con nuestro trabajo. Por un Ecuador justo, solidario y humano, seguimos en este trabajo cotidiano de no callar a pesar de las represalias.
Los dejamos con un fragmento del uruguayo Mario Benedetti, que acaso sintetice el angustioso y contradictorio sentimiento que nos embarga con la situación del país:
Así estamos
consternados
rabiosos
aunque esta muerte sea
uno de los absurdos previsibles
da vergüenza mirar
los cuadros
los sillones
las alfombras
sacar una botella del refrigerador
teclear las tres letras mundiales de tu nombre
en la rígida máquina
que nunca
nuca estuvo
con la cinta tan pálida
vergüenza tener frío
y arrimarse a la estufa como siempre
tener hambre y comer
esa cosa tan simple
abrir el tocadiscos y escuchar en silencio
sobre todo si es un cuarteto de Mozart
da vergüenza el confort
y el asma da vergüenza…