Quito, 8 enero, (La Calle).-Aunque llevo tres décadas esperando a Carlos Santiago y Pedro Andrés debo reconocer que mis hijos están muertos. Los mataron.
Soy Pedro Restrepo y desde el 8 de enero de 1988, no he parado un solo día en esta lucha que se llevó mi alegría, la salud y la vida de mi primera esposa, Luz Elena.
Como cada día, hoy también les envié flores virtuales a mis niños; aunque no tenga una tumba siquiera donde acomodarles una rosa.
Cada 8 de enero me invade la sensación de que pronto despertaré de esta pesadilla, ya sin el peso insoportable de esta gravedad insólita.
En este mundo extraño, donde todo se pierde y se olvida, el drama de mis hijos se mantiene. Es cierto aquello de que “los pueblos que olvidan su pasado, están sentenciados a repetirlo”. Lo digo con dolor, los crímenes de Estado siguen vigentes.
Nuevas fuerzas represivas disfrazan sus acciones para arremeter contra los inocentes. Los nombres de quienes estuvieron detrás de los hechos siguen por ahí y hasta buscarán un cargo público en las elecciones de 2021.
La extrema derecha, el fascismo, ese que le sacó los ojos a la gente en octubre de 2019, vive entre nosotros. Todavía nos rodea. Todavía nos asfixia.
Para ver el Noticiero La Ventana con la entrevista a Pedro Restrepo.