Quito, 01 abr (La Calle).- El domingo 26 de marzo, Alausí se vistió de dolor. El deslave de una montaña se llevó a todo un barrio con personas dentro de sus hogares. La angustia de ver un montículo de tierra donde antes residía gente, es grande.
Los familiares de las víctimas, llenos de angustia, buscan a sus parientes entre los escombros, y exigen que las autoridades den la cara. Reclamos como: “solo vienen a tomarse una foto y se van” o “debieron advertirnos” son gritados entre lágrimas. A estas personas se suma el trabajo de bomberos y rescatistas, para quienes el cansancio no existe al momento de cavar.
El clima es un factor negativo, pues la tierra sigue inestable y pone en peligro a todos los que continúan buscando. Alrededor del deslave se han puesto cintas de contención para que los ciudadanos no ingresen. Sin embargo, ellos suplican información a policías o militares que impiden su paso. (D.C.)