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Alausí: huérfana de vida |Opinión

Por: Ana Minga

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Ana Minga, 1984. Periodista de Investigación ha laborado en varios medios de comunicación nacionales e internacionales. Recientemente ganó un reconocimiento a su labor investigativa en medios digitales por parte de la UNP. Catedrática universitaria, poeta ecuatoriana, estratega comunicacional y perfiladora criminal. Como escritora ha representado al país en varias ferias del libro y certámenes literarios a nivel internacional.

A doce días, el último registro es 27 fallecidos y alrededor de 61 desaparecidos en Alausí. Fue una felicidad cuando el resto de ecuatorianos miramos que rescataron a una persona con vida entre el lodo. Pero el resto de la realidad es un desastre. Antes donde había casas, sembríos, carretera, ahora todo es tierra y hay personas desaparecidas debajo de ella. Familias enteras en un abrir y cerrar de ojos ya no están. Y la gente entre lágrimas aseguran que se podía prevenir esta desgracia, ya que en el sector tiempo atrás se presentaron deslaves y no se ejecutó ninguna obra para detener cualquier deslizamiento de tierra.

Ahora solo sirve el pico y pala en las manos de los sobrevivientes que buscan con desesperación a sus seres queridos. Como un estudiante que perdió a 11 familiares y llora frente a sus ataúdes. En medio del dolor, se presenta el Primer Mandatario, como suele hacerse en estos casos por todos los Presidentes que pasaron por el Ecuador. ¿Pero sirve de algo sus apariciones? No se trata de que sea Guillermo Lasso, pudo ser otro el nombre del Presidente, que la reacción ante la falta de presupuesto económico en la zona olvidada por años, iba a ser violenta. ¿A quién se le ocurre pensar que en medio del dolor un estirar la mano y decir lo siento va a solucionar todo?, ¿acaso con la presencia de las autoridades los muertos volverán a respirar? La decisión de aparecerse por allí es falta de sensibilidad y hasta de estrategia comunicacional, más aún, cuando no existe respuesta estatal inmediata, sino luego de varias horas. Horas perdidas, sin la presencia militar que podía ayudar en la búsqueda inmediata de las víctimas.

Ecuador parece pasar por karmas, el peor de todos: malos gobiernos. Este karma es peor que los terremotos, deslaves, inundaciones y otros desastres naturales. América Latina nunca trabaja en prevención sino en comunicados de lamentaciones, para eso sirven nuestros gobiernos, al menos los de la historia ecuatoriana.

En la cadena de vulnerables y categorizados como cosas, están los animalitos pero una vez más, ellos nos dan lecciones de bondad y amor incondicional. Allí está Jacob, un perro que raspa entre la tierra buscando a su familia; desesperado. Sí, justamente a los seres que decimos que no sienten son los más adoloridos por lo que les pasa a sus humanos y nosotros orgullosamente crueles con ellos.

Una tragedia más para el Ecuador, la delincuencia crece y ahora en vivo vemos como se coloca dinamita a un hombre y esperamos a que estalle en medio de un país que se desangra. Lo siento, Ecuador está mal, podemos perder el tiempo buscando culpables, abrir los libros y buscar fechas desde cuándo tenemos problemas; pero esto es gastar el tiempo. Necesitamos acciones, Ecuador ya no puede tener la misma respuesta ante todo: “Otro muerto, entiérrenlo y ya”. Estamos dejando de ser un país para convertirnos en un cementerio. La muerte es el final, no hay marcha atrás, debemos trabajar por la vida y la vida es física, como lo dijo el poeta José Watanabe. Es decir, no hay recuerdos que valgan ante la muerte, no se trata de poner crucecitas en las zona de Alausí y decir aquí vamos a hacer una gran misa y declarar un camposanto, ni se les ocurra… ¡Respeto! Sigan con la búsqueda y tengan la sensibilidad de los animales.  

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