Quito, 11 sep (La Calle). – Cinco de las nueve zonas más violentas de América Latina pertenecen al Ecuador. En estos lugares la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes supera escandalosamente el promedio regional y mundial.
El Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado (OECO) reveló que -entre enero y junio de 2023- los homicidios intencionales se han incrementado un 69,13 % en comparación con el mismo periodo del 2022. La proyección reporta que -de continuar así- Ecuador cerraría el año con más de 7 mil homicidios (+35 por cada 100 mil habitantes).
Durante el primer semestre de 2023 se registraron 3.599 muertes violentas (19,72 casos diarios). Más del 60 % de los casos responden a la Costa ecuatoriana. Allí se encuentran cinco de las nueve cantones donde más penetró la violencia en Latinoamérica.
El Piedrero (recinto entre Guayas y Cañar) es el más sangriento en toda la región. Su tasa es de 128 homicidios por cada 100 mil habitantes, superando al más violento de México. Luego está Pedernales (Manabí) con 110, seguido de Puebloviejo (Los Ríos) con 89; Huaquillas (El Oro) con 84 y la ciudad de Esmeraldas con 81 por cada 100 mil.
Los jóvenes son carne de cañón
Una de las prácticas de los grupos de crimen organizado (GDO), en su necesidad de expandirse, es el reclutamiento de menores de edad a las economías criminales.
Los homicidios a jóvenes entre 15 a 19 años han aumentado un 500 % desde 2019, de 41 muertes se dispararon a 246. Ellos representan el 6,84 % del total de homicidios en el país. Una tendencia preocupante que va al alza cada año.
El 94,31 % de adolescentes fueron ultimados con armas de fuego. Un indicio que vincula el avance de las organizaciones delictivas, principalmente, en Guayas, Los Ríos, El Oro, Esmeraldas y Manabí.
Sin embargo, si se habla de crímenes mortales intencionales, la población más afectada son las personas entre 25 y 29 años. Son el 20 % de total de homicidios en el primer semestre del año en curso. Después están los adultos de 30 y 34 años (17,09 %), los de 35 y 39 años (11,23 %) y, finalmente, los de 40 y 44 años (9,34 %).
Un infierno llamado Zona 8
La violencia en la zona 8 (Guayaquil, Durán y Samborondón) merece un análisis particular, pues en promedio una de cada tres personas a nivel nacional es asesinada allí.
El OECO considera que atender solamente Guayaquil – en cuanto a política criminal- ya tendría de por sí un impacto significativo en los índices de criminalidad de todo el Ecuador. Si la ciudad es separada del análisis podría existir una reducción de al menos 5 puntos en la tasa a nivel nacional.
La zona 8 presenta la mayor tasa de homicidios con 40,84 por cada 100 mil habitantes, lo que preocupa debido a que triplica el promedio latinoamericano de 13. No obstante, todas las demás zonas del país sufren este exceso. La más baja es la zona 1 con 19,32.
La zona 8 y sus diferencias
Los contextos de violencia son distintos para cada provincia, zona o cantón. No es lo mismo la criminalidad en ciudades como Guayaquil o Esmeraldas a la que ocurre en Quito u otro cantón de la Sierra o el Oriente.
Un policía -que prefirió el anonimato- explicó a Radio La Calle que el patrullaje en los diferentes puntos del país se manejan con un cuadro de mando integral.
El cuadro hace referencia a todos los delitos que pueden generarse en un distrito, zona o subzona. El esquema en Quito apunta con mayor frecuencia a asaltos y robos, mientras que en Guayaquil el esquema arroja asaltos, robos y asesinatos.
“En Guayaquil, por ejemplo, fallecieron 10 personas, pero en Quito se registran asaltos a 15 locales comerciales. ¿Ve la diferencia?”, expuso.
Alertas de violencia en crecimiento
Las provincias fronterizas de El Oro, Loja y Zamora Chinchipe -las dos últimas que no eran consideradas puntos críticos- han sido azotadas por los homicidios en el primer semestre de 2023.
La razón estaría en las disputas de grupos criminales por el control y el acceso del Puerto Bolívar en El Oro. Asimismo, por la zona 7 (conocida así) circula un fuerte flujo de armas ilegales y nuevos focos de conflicto alrededor de actividades de minería ilegal.
Los delitos ambientales podrían explicar la expansión de la criminalidad en zonas pacíficas como Pastaza, Chimborazo y Morona Santiago, a pesar de no tener una ubicación estratégica para el narcotráfico.
Por su parte, la provincia del Guayas sigue en constante crecimiento criminal. Solo entre enero y junio se reportaron 1.673 asesinados, siendo un aumento del 85,68 % en relación al año anterior. La provincia costeña concentra el 46 % de todos los homicidios a nivel nacional, es decir, casi la mitad.
El Oro también merece su análisis particular, ya que registró la tasa de homicidios más alta en el primer semestre de 2023 con 41,36 homicidios por cada 100 mil habitantes.
Disputas por la ruta Machala-Guayaquil
Aunque Guayaquil, Esmeraldas y Quito -en ese orden- son las ciudades con más homicidios, se debe a que son altamente pobladas. El sesgo poblacional no permite dimensionar la problemática en otros cantones más pequeños. Por ello, el análisis requiere una diferenciación, es decir, ajustar el número de homicidios a población de cada cantón, pues algunos no llegan a los 100 mil habitantes.
De esta forma se logra entender el impacto criminal en El Piedrero que registra una tasa de 128,25 homicidios por cada 100 mil habitantes. La presencia de grupos al margen de la ley en este cantón ha posibilitado que sus vecinos -como La Troncal y El Triunfo– también se vean afectados.
“La importancia estratégica de este sector para el crimen organizado reside en que es un punto de conexión entre la ruta de entrada de droga de la sierra con Guayaquil o Machala, puertos claves para el narcotráfico internacional”, sostiene el boletín.
La ruta Machala-Guayaquil es una jugosa conexión para el crimen, por lo que los cantones aledaños como Balao, El Naranjal, Pasaje y Camilo Ponce Enríquez han incrementado sus tasas de homicidios y en ellos se refleja con fuerza la batalla que ha perdido el Estado en controlarlos.
La misma suerte sufren cantones como Puebloviejo, Urdaneta y Babahoyo que están en medio del área para el transporte y protección de los envíos de droga hacia Manabí y Guayas.