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Ecuador: frustrante Día Nacional

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por Juan Paz y Miño Cepeda
Historiador

El reciente 10 de agosto, Ecuador conmemoró su Día Nacional. La fecha recuerda al 10 de Agosto de 1809, cuando un grupo de criollos de Quito desconoció al presidente de la Audiencia, Manuel Urriés Conde Ruiz de Castilla, e instaló una Junta Suprema de Gobierno, presidida por Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva Alegre. Si bien la Junta pretendía la autonomía política y proclamó fidelidad al rey Fernando Séptimo, apresado por Napoleón, inició un proceso revolucionario, que arribaría a la creación del Estado de Quito, que incluso se rigió por una Constitución llamada “Pacto Solemne de Sociedad y Unión entre las Provincias que forman el Estado de Quito” (15/febrero/1812). Aunque todavía bajo una relativa fidelidad al rey, se estableció la incipiente organización republicana con Ejecutivo, Legislativo, poder Judicial y Falange (milicia). Desde la perspectiva histórica, la Revolución de Quito (1809-1812) inició el proceso de la independencia de la antigua Audiencia, que culminó el 24 de mayo de 1822 con la Batalla del Pichincha e inmediatamente con la incorporación del país a la república de Colombia, obra de Simón Bolívar. El 13 de mayo de 1830 el Departamento del Sur se separó de la Gran Colombia y se inauguró con ello la vida del país como República del Ecuador, eligiendo al primer presidente, organizando al primer congreso y dictando la primera Constitución del nuevo Estado. En consecuencia, Ecuador ha celebrado los 214 años del “Primer Grito de Independencia”, un acontecimiento que forma parte de las independencias de la región que hoy denominamos América Latina, que logró romper con el colonialismo en las primeras décadas del siglo XIX.
 
En el proceso de las independencias tanto de Ecuador como de América Latina, se forjaron los ideales y conceptos fundamentales que han guiado la construcción de las repúblicas: independencia, libertad, soberanía nacional, soberanía popular, constitucionalismo, democracia, presidencialismo, progreso, igualdad. Van dos siglos en la búsqueda de la realización práctica de esos ideales. Se han unido nuevos conceptos surgidos de la conciencia colectiva en favor del bienestar social y buen vivir, la equidad, la redistribución de la riqueza, la primacía del ser humano sobre el capital, el respeto a la naturaleza, el desarrollo de un orden económico que supere los privilegios de las elites del poder, tanto como de un orden político que liquide la dominación de las clases propietarias, la búsqueda por una soberanía nacional que frene los imperialismos, la construcción de la unión latinoamericana y caribeña.
 
En esa dialéctica entre ideales y realidades, han existido períodos de avances y otros de estancamiento y hasta retroceso. El ascenso liberal durante el siglo XIX representó un avance en la construcción de los Estados latinoamericanos. En Ecuador la Revolución Liberal triunfó en 1895 y con ella hubo conquistas de largo alcance para el país. También han sido importantes en la región los esfuerzos por construir economías sociales, que en Ecuador arrancan con la Revolución Juliana de 1925. En cambio, en la historia del presente, han constituido un revés los gobiernos que, inspirados en la ideología neoliberal, actuaron en contra de los ideales que habían florecido desde la época de las independencias.
 
Cuando Ecuador celebró, junto con otros países latinoamericanos, el bicentenario del inicio de los procesos de sus respectivas independencias (entre 2009-2012: México y Centroamérica, Venezuela, Colombia, Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil), los festejos coincidieron con una serie de gobiernos del primer ciclo progresista. En todos esos países hubo entusiasmo y se celebraron las gestas del pasado con enorme sentido nacional, al mismo tiempo que latinoamericanista. En Ecuador existía orgullo por sus avances históricos. Era un referente en la región y ante el mundo de Occidente. Pero en América Latina sobrevino un nuevo ciclo de gobernantes que se alinearon con las visiones conservadoras y restauraron el neoliberalismo. Nuevamente en la región, la pérdida de las esperanzas y la frustración ante los grandes ideales que se perdieron, afectaron la vida social, debido a la ampliación de la pobreza, el desempleo y el subempleo, la explotación laboral, la emigración, la concentración de la riqueza, el dominio de elites que centralizaron el poder económico y político.
 
Desde 2017, también Ecuador vive la segunda época de hegemonía conservadora y restauración neoliberal, que ha superado a la primera (las décadas finales del siglo XX), porque incluso renació el modelo oligárquico de dominación que el país tuvo durante la “época plutocrática” entre 1912-1925, aunque con características contemporáneas. Pero, además, como en ningún otro momento o período histórico anterior, en estos años de vigencia del modelo empresarial-neoliberal, en Ecuador se volvió imparable el auge delincuencial, el crecimiento de mafias poderosas y el desarrollo de la inseguridad ciudadana, ante un Estado recortado en sus capacidades e institucionalidad, bajo la consigna oficial de “achicarlo”.
 
Hasta 2016, Ecuador fue el segundo país más seguro de América Latina y los sobre el resultan contundentes; pero es el . Frente a semejante y terrorífica escalada, en contra de los grandes ideales forjados desde la época independentista, hoy crecen, indetenibles, una serie de nuevas manifestaciones: desarraigo, desesperanza, vergüenza, impotencia, desesperación colectiva. El país dejó de ofrecer las vías que en otros momentos históricos alumbraron el futuro. Se amplía, cada vez más, el sentido de que lo mejor es ir a vivir en cualquier otro lugar, donde por lo menos es posible garantizar la vida. La emigración nuevamente se ha disparado.
 
La conmemoración del Día Nacional del Ecuador no ha podido cumplir con alegría el sueño por un país mejor. Tras el asesinato de uno de los candidatos a la presidencia (el día anterior), un hecho inédito en la vida nacional contemporánea y que se convirtió en noticia mundial, la ciudadanía ha redoblado su miedo y la impotencia frente a la inseguridad. La casta política y la que maneja los hilos del poder, da rienda suelta a cualquier tipo de interpretación y ataque que le beneficie. Pero en las realidades de la vida cotidiana, los ecuatorianos y ecuatorianas experimentan un país en el que se derrumbó la confianza y credibilidad en su gobierno y en las instituciones del Estado que supuestamente estaban destinadas a garantizar la Constitución, la vida democrática, así como la paz y la tranquilidad. Se habla de Ecuador como un “Estado fallido”.
 
Para muchos todavía quedan en pie las esperanzas por revertir el camino de la dominación oligárquico-neoliberal, confiando en las elecciones del próximo 20 de agosto (2023). En ese marco, los conceptos e ideales de hace dos siglos siguen presentes, aunque ha sido frustrante la celebración del Día Nacional.

Foto: Panamá América