Por: Juan Paz y Miño Cepeda
En el primer artículo sobre el proceso hacia las elecciones en Ecuador, que se realizarán en agosto del presente año (2023), analicé los binomios presidenciales (https://rb.gy/9t3og) y en el segundo, los programas que proponen (https://rb.gy/m4d04). Esta vez me refiero a los presidentes constitucionales del país, cuyos retratos al óleo están colocados en el Salón Amarillo del Palacio de Gobierno o Carondelet, que fue inaugurado en 1960. Es un tema que tiene mayor significación para los ecuatorianos que para los ciudadanos de otros países, aunque se puede hacer comparaciones.
Partiré de considerar que, con ocasión de las actividades conmemorativas del Bicentenario de la Revolución de Quito, que el 10 de agosto de 1809 instaló una Junta de Gobierno con la cual se inició el proceso independentista del Ecuador, se conformó una Comisión de Miembros de Número de la Academia Nacional de Historia, que realizó un estudio sobre los retratos ubicados en el Salón Amarillo. Si se toma en cuenta que Ecuador solo existe como república independiente desde el año 1830, son 98 los jefes de Estado que ha tenido el país en 193 años, hasta el presente. Pero, de acuerdo con el Informe de la Comisión, en el año 2009 había únicamente 41 retratos. Sin duda, ello se debe a que han primado las consideraciones de tipo histórico y político, para escoger exclusivamente a los presidentes Constitucionales, de modo que no están dictadores, juntas de gobierno plurales, jefaturas regionales, efímeros encargados del poder y tampoco presidentes interinos. Aunque tendría que decirse, con mayor transparencia, que DEBERÍAN estar SOLO los retratos de los presidentes Constitucionales. Pero ahí es cuando se presentan las novedades.
En el Informe al que aludo, queda en claro que los retratos presidenciales relativos al largo período entre 1830 y 1925 corresponden a 9 presidentes “constitucionales” nombrados por Asambleas Constituyentes y 12 que se originaron en “elecciones”, que eran restringidas a los ciudadanos y candidatos que cumplían con requisitos elitistas. Juan José Flores, primer presidente del Ecuador, ocupó el poder en tres ocasiones, aunque solo nombrado por asambleas y, obviamente, consta solo un retrato, en el que, como ocurre con todos los mandatarios, hay una pequeña placa en la que se indican los períodos de ejercicio gubernamental. Gabriel García Moreno, caudillo conservador, fue primero interino y luego presidente constitucional por elecciones; pero Eloy Alfaro, revolucionario liberal-radical, solo fue presidente constitucional reconocido por asambleas.
Los retratos que ubican al período 1925-1960 corresponden a 4 presidentes nombrados por asambleas y 5 originados en elecciones. En el retrato del “populista” José María Velasco Ibarra también se señalan los años en los que ocupó la presidencia durante cinco ocasiones, algo inédito en la historia nacional. Son dos los retratos de presidentes constitucionales nombrados por el legislativo en el período 1960-1970. Sucedieron luego las dictaduras militares “petroleras” de los años setentas y, desde 1979, la más larga época de gobiernos “democráticos” en la historia nacional.
Considerando estas últimas cuatro décadas democráticas, hasta el año del Informe por el Bicentenario al que he hecho referencia, en el Salón Amarillo solo constaban los retratos de los siguientes presidentes constitucionales electos por votación popular: Jaime Roldós, León Febres Cordero, Rodrigo Borja, Sixto Durán Ballén, Abdalá Bucaram y Jamil Mahuad, También estaba el de Osvaldo Hurtado, quien, como vicepresidente, sucedió a Roldós, fallecido en un accidente de aviación. Hay que recordar que los presidentes Bucaram, Mahuad y Lucio Gutiérrez (también elegido en las urnas) fueron derrocados antes de terminar sus mandatos, tras las movilizaciones populares en su contra. Actuó rápidamente el Congreso para resolver la crisis, aunque se discute -hasta hoy- si hubo allí verdaderos “golpes de Estado” parlamentarios. Los beneficiarios de estas irregulares situaciones políticas fueron Fabián Alarcón, Gustavo Noboa y Alfredo Palacio; pero en el Salón Amarillo solo estaban los retratos de los dos últimos. El Informe académico mencionado sostuvo que también debía colocarse el retrato de Gutiérrez, pero nada dijo sobre Fabián Alarcón, porque estaba claro que fue Presidente Interino. Y el asunto quedó allí, sin problemas. Años más tarde se supo que Lucio Gutiérrez no había querido que se coloque su retrato y que el de Alarcón había sido retirado y años después reinstalado (https://rb.gy/1psge). Además, en julio/2018, el expresidente Lenín Moreno hizo colocar el retrato de Rosalía Arteaga.
Estos últimos episodios tienen un fondo histórico bastante manoseado por la política, pero que merece ser esclarecido, aunque tenga que abundar en algunos detalles. El antecedente está en el gobierno de Abdalá Bucaram, quien inició su gestión el 10 de agosto de 1996. En seis meses se agudizaron los conflictos y se precipitó la crisis. El 5 de febrero de 1997, impresionantes marchas ciudadanas en Quito y otras ciudades clamaban “¡Bucaram fuera!”. Convergieron en la capital del país reconocidas figuras políticas, como Jaime Nebot, y en una sala del Congreso, Osvaldo Hurtado, Jamil Mahuad, Rodrigo Borja y otros políticos, asumiendo que recogían la voz del “pueblo”, coincidieron en posicionar la idea de que era necesaria la salida del presidente. También el general Paco Moncayo, Comandante de las FF.AA., anticipó: “Nuestra posición es absolutamente apolítica. Por la fuerza de las circunstancias es una posición neutral. Es una actitud profesional. Y esperamos que sean ustedes, ecuatorianos, los que la juzguen también como patriota”.
El día 6 se realizó una agitada sesión del Congreso (presidido por Fabián Alarcón), para “Analizar y resolver la crisis que vive el Ecuador y el Gobierno Nacional”. En medio de las encendidas y patrióticas intervenciones, el diputado Franklin Verduga hizo una amplia exposición de motivos para sustentar su moción: “Declarar la incapacidad mental para gobernar del Abogado Abdalá Bucaram Ortiz, al tenor del literal d) del Artículo 100 de la Constitución y consecuentemente el cese de funciones como Presidente Constitucional de la República”. Además, mocionó que, en virtud del Artículo 1 de la Constitución, se designe “como Presidente Constitucional Interino al doctor Fabián Alarcón Rivera”.
El diputado Jorge Montero pidió que se lea el artículo de la Constitución “que nos faculta al Congreso Nacional nombrar definitivamente o por ausencia definitiva al Presidente de la República”; pero, para asombro público, el Secretario del Congreso tuvo que reconocer: “No encuentro al momento el artículo…”. Es que el problema resultó inédito: al codificar la Constitución, no se incluyó el artículo sobre sucesión en caso de ausencia DEFINITIVA del Presidente de la República, pues solo consta la disposición en caso de ausencia TEMPORAL. Tampoco había la figura de “Presidente Interino” (R.O. No.2, Año 1, Quito, jueves 13/febrero/1997). Sin embargo, acogiendo la moción presentada, ese mismo día 6 el Congreso resolvió: “ha sido declarada vacante la Presidencia de la República y el Doctor Fabián Alarcón Rivera ha sido elegido Presidente Constitucional Interino de la República del Ecuador”. De inmediato, se tomó el juramento legal de rigor y Fabián Alarcón quedó posesionado. Increíblemente, a través de los medios, se conoció que no se contaba aún con la autorización del Comando Conjunto de las FF.AA. para que Alarcón ingresara al Palacio de Gobierno (https://rb.gy/vxsz6).
La crisis política continuaba. Entre el 6 y 7 de febrero Ecuador tenía TRES “presidentes”: Bucaram decía ser el legítimo mandatario; la Vicepresidenta Rosalía Arteaga asumía la presidencia “por derecho Constitucional”; y Fabián Alarcón era Interino por el Congreso. Ante los “vacíos” legales y las urgencias “políticas”, en nueva sesión del día 9 de febrero, el Congreso resolvió: “Ratificar la declaratoria de incapacidad mental para gobernar del abogado Abdalá Bucaram”; pero, además, “Encargar la Presidencia de la República en forma temporal, a la doctora Rosalía Arteaga Serrano, Vicepresidente Constitucional de la República, por el tiempo limitado, estrictamente necesario e indispensable para que el H. Congreso Nacional designe Presidente Constitucional Interino de la República”. A la velocidad política Arteaga llegó al palacio e ingresó a Carondelet con honores.
Apenas dos días después, el 11 de febrero, nuevamente reunido el Congreso con la urgencia de las circunstancias, tomó la resolución final, que dice: “1. Designar Presidente Constitucional Interino de la República al Doctor Fabián Alarcón Rivera, quien durará en esas funciones hasta el 10 de agosto de 1998.// 2. En consecuencia, declara terminado el encargo de las funciones de Presidente Constitucional de la República, efectuada en sesión del día 8 de febrero a favor de la doctora Rosalía Arteaga Serrano, Vicepresidenta de la República”. Alarcón se posesionó entre vítores y honores, mientras Arteaga retornó a su despacho. En mayo, Alarcón hizo un nuevo y exitoso “juego de cintura”, pues en el referéndum que convocó incluyó dos preguntas por las cuales quedó ratificado todo lo actuado para cesar a Bucaram y elegir al Presidente Constitucional Interino. Por cierto, todas las Actas y Resoluciones del Congreso a las que me he referido en forma textual, están y son de consulta pública en la página web del Archivo Biblioteca de la Función Legislativa, Repositorio Digital (https://shorturl.at/qtxT4).
En la historia republicana han sido quince los gobernantes “Encargados”, pero en el Salón Amarillo solo está el retrato de Rosalía Arteaga, quien en su cuenta de Twitter se presenta así: “Ex presidenta y exvicepresidenta del Ecuador” (https://twitter.com/rosaliaarteaga). También son cuatro los presidentes exclusivamente “Interinos” y solo está el retrato de Fabián Alarcón. Ha existido confusión con los retratos de Mariano Suárez y Otto Arosemena, pero lo cierto es que fueron inicialmente “interinos” y, a poco, nombrados como presidentes Constitucionales.
En el Salón Amarillo están ahora los retratos de Rafael Correa y su sucesor Lenín Moreno, ambos presidentes Constitucionales por elecciones. En el futuro seguramente se colocará el de Guillermo Lasso, quien es el primer presidente en la historia nacional que ha sido forzado a aplicar la “muerte cruzada” en medio camino de su gestión presidencial. Imposible saber hoy quién ocupará la Presidencia de la República de acuerdo con los resultados electorales del próximo agosto de 2023; pero la persona que triunfe tendrá asegurado el óleo respectivo en Carondelet.