Por: Marco Flores / economista
Una crisis prolongada profundiza la desigualdad de oportunidades, despoja a las
personas de la posibilidad de progresar y consolida la pobreza en todas sus formas.
Eso es lo que ha ocurrido en Ecuador luego de 6 años de destructiva austeridad que
los dos últimos gobiernos resolvieron imponer, supuestamente, para poner “la casa
en orden”, aunque la casa continúe en desorden. La realidad muestra que únicamente sustituyeron creación de riqueza por extracción de riqueza y mayor desigualdad.
Ha sido la vigencia a ultranza de una política económica que entre otras desgracias
ha consagrado como dogma la reducción del Estado a un Estado Mínimo, pasando
por encima de la seguridad de la gente y de la posibilidad de impulsar una economía con crecimiento y empleo, deliberadamente ignorado que el objetivo mayor de la economía es resolver la desigualdad de oportunidades y eliminar la pobreza.
Incluso en los tiempos en que sin siquiera sonrojarse quienes conducían la economía ecuatoriana, públicamente declaraban que “la realidad había superado la legalidad”,también inventaron la Teoría Boba de que para crecer y generar empleo, primero había que eliminar el déficit fiscal. Con semejante teoría boba el mundo seguiría sumergido en la Gran Depresión iniciada el año 1929 o en la Gran Recesión que dio comienzo el año 2008.
Es que el crecimiento económico que crea empleo no es una simple tasa porcentual.
Ante todo, tiene y debe tener, dirección y prioridad hacia un progreso compartido que requiere ser construido porque no se produce autónomamente ni se transmite por goteo de arriba hacia abajo. Ecuador requiere un cambio ancho y profundo hacia el bien común y el desarrollo humano que sólo puede lograrse bajo la conducción de quienes luchan con valor, conocimiento y generosidad por causas nobles.
Fue el economista Joseph Schumpeter quien denominó “Destrucción Creativa o
Destrucción Creadora” al proceso por el cual las empresas incapaces de innovar y
mejorar tienden a desaparecer para permitir multiplicar las que mejor se adaptan y
satisfacen a los ciudadanos. Les haría mucho bien a los ecuatorianos aplicar este
concepto a los malos gobiernos atrapados por sus intereses en conflicto de manera
que no tengan duración aquellos que no sirven al bien común y al desarrollo humano.