Edison Pérez / @EdisonPerezz
El sistema político democrático ecuatoriano se fortalece o debilita conforme las acciones, decisiones y resultados que muestran las autoridades electas. De esto depende su vigencia y el respaldo de la ciudadanía a lo largo de su mandato.
El 24 de marzo de 2019, el 22% de los quiteños decidió elegir, entre 18 candidatos, a Jorge Yunda como su alcalde. A partir del 14 de mayo de 2019, día en que asumió el cargo, muchas voces políticas, corporativas, sociales y analíticas auguraron un escenario complejo en la administración de la capital por varias razones: recibía una ciudad con muchos problemas sin resolver como la basura, el tráfico, el espacio público descuidado, las ventas informales en todos los sectores de la ciudad, mercados sin control, baches en las calles de la capital y altos índices de inseguridad y desempleo. Todo ello como resultado de la mala administración de su antecesor, Mauricio Rodas.
No habían pasado ni tres meses de gestión y Jorge Yunda ya tenía a su haber voces críticas encima. Este escenario se agudizó con la revuelta social de octubre de 2019, cuando transportistas, estudiantes y líderes del movimiento indígena se tomaron algunas calles del Centro Histórico de Quito para protestar en contra de las medidas económicas anunciadas, el 1 de octubre, por el presidente Lenín Moreno.
El silencio y distancia política que asumió Jorge Yunda en la revuelta de octubre, le merecieron un sin número de diatribas de varios sectores hasta el punto de que se avivó, en la sociedad civil, y hasta a la interna del Concejo Metropolitano, la posibilidad de iniciar la recolección de firmas para su revocatoria. Ese acto no se podía realizar todavía ya que la Constitución del Ecuador, en el artículo 105, establece que este mecanismo de democracia directa se puede realizar a partir del primer año de gestión de las autoridades de elección popular y un año antes de terminar el periodo para el que fueron electos.
La credibilidad y liderazgo del alcalde no fueron las mejores entre octubre y noviembre: bordeaban el 30% de apoyo. Sin embargo, a partir de diciembre los porcentajes de aceptación fueron mejorando debido a los resultados visibles que iba demostrando en su gestión con la toma de decisiones y varios golpes de efecto mediáticos como la repavimentación de las calles, la suspensión de la elección de la Reina de Quito, la disminución en el gasto en publicidad y en fiestas de Quito, la continuidad con la construcción del Metro y el combate frontal a la lucha contra la violencia de género.
Ese primer momento le permitió a Yunda mejorar su imagen, ganarse la confianza y varios aplausos de los quiteños. Su credibilidad, hasta febrero del 2020, estaba por encima del 50%. Pero todo iba a cambiar a partir de marzo.
El jueves 12 de marzo, el alcalde de Quito ordenó la suspensión de clases en todas las instituciones educativas de la ciudad: guarderías, escuelas, colegios, institutos y universidades porque a nuestro país había llegado el virus del Covid-19. Se había adelantado a la decisión gubernamental que, recién el 13 de marzo, decretó la emergencia sanitaria.
El lunes 16 de marzo a las 22:30, después de dos horas y media desde que Lenín Moreno informó a los ecuatorianos las medidas a implementarse para mitigar el número de contagios por Covid-19 en el país. El alcalde Yunda anunciaba que se suspendían de forma indefinida el servicio de transporte público en la ciudad y el trabajo en las instituciones públicas y privadas.
Estas decisiones le han ocasionado ciertos roces con el COE Nacional porque todas esas medidas, según funcionarios del COE, no fueron consultadas, coordinadas y aprobadas por ellos.
La ministra de Gobierno, María Paula Romo, dijo, el mismo 17 de marzo, que no se debía suspender el servicio de transporte público, que lo óptimo era reducir las frecuencias y el número de buses. No obstante, el alcalde no levantó la restricción de circulación que había dispuesto en el Distrito Metropolitano, pero activó un circuito de buses que transportan a médicos, militares, policías, bomberos, funcionarios municipales y guardias de seguridad que están en primera fila prestando servicio y controlando cualquier situación anómala que se presente en la ciudad.
Sin poses de superhéroe, con un lenguaje sencillo, llano pero sincero, claro y asertivo ha liderado la gestión, administración y control de la ciudad en plena emergencia sanitaria.
No responsabiliza a su antecesor de cómo encontró el Municipio de Quito, lo hizo en su momento pero de ahí en adelante se ha dedicado a trabajar por la ciudad. Con aciertos y errores pero ahí está, al frente de la ciudad, sin tapujos ni medias tintas, asumiendo la responsabilidad que le otorgó el pueblo en marzo del 2019.
Ha demostrado liderazgo en todos los frentes, lo que no ha logrado el Gobierno y todo su Gabinete que mantiene un discurso disperso, vocerías confusas, decisiones poco claras, desmentidos entre los mismos funcionarios, manejos de cifras contradictorias y poco fiables, a decir del mismo Lenín Moreno que pidió a sus ministros que le digan la verdad a él y al país sobre la realidad de los contagiados y fallecidos por el virus.
La mayoría de las decisiones tomadas por el alcalde han sido bien acogidas por los quiteños, lo que no quiere decir que no haya sectores y ciudadanos que reprochen las medidas adoptadas. Se las jugó cuando decidió cerrar varios mercados de la ciudad; exigió el uso permanente de mascarillas para todas las personas que iban a salir de casa para realizar compras o trámites estrictamente necesarios; habilitó dos albergues para atender a los habitantes de calle; entregó 140 mil kits de alimentos a las personas en situación de vulnerabilidad en los distintos barrios de Quito a través de las Administraciones Zonales. El 20 de abril estuvo en el aeropuerto para recibir las primeras 5 mil pruebas PCR, del millón que ofreció, para detección del Covid-19.
Esto evidencia que Yunda la tiene clara, sabe que se debe mantener la cuarentena a riesgo de una crisis humanitaria y económica pero está velando por la integridad y la salud de las tres millones de personas que residimos en Quito. Es un costo económico y político sin duda, pero si las cosas se manejan de forma transparente, clara, directa, sin subterfugios, los costos políticos se reducen al mínimo y eso ha hecho Yunda, les ha dado una cátedra de manejo comunicacional, político y sanitario a los ministros del Gobierno de la Ternura, el Gobierno de la reinstitucionalización de la Patria.
No me imagino si se hubiese permitido la libre circulación vehicular. Nuestra realidad tal vez sería similar a la lamentable situación que vive Guayaquil, donde se permitió la circulación normal del transporte público y en los primeros días del mes de marzo, la ministra de Gobierno autorizó que se juegue un partido de fútbol con público, cuando los eventos masivos habían sido suspendidos.
Después de 41 días de confinamiento podemos ver que los resultados y las cifras dan cuenta de que se tomaron las mejores decisiones en Quito, no así, lastimosamente, en Guayaquil, donde la alcaldesa ha cometido tremendos yerros políticos y comunicacionales. Desde permitir el mentado partido de futbol con público, ordenar el bloqueo del aeropuerto José Joaquín de Olmedo para evitar el aterrizaje de dos aviones europeos que realizaban vuelos humanitarios, los desatinos públicos en sus declaraciones y comparaciones con los espartanos y de la realidad que vive Guayaquil con lo que vivió Hiroshima. Y peor aún, la entrega de 40 tablets a los enfermos del virus en el Hospital Teodoro Maldonado Carbo.
Por su parte, el alcalde de Quito ya está trabajando en un manual de convivencia post Covid-19 para cuando la capital retorne a sus actividades cotidianas. Para esto, ya se pintan puntos de referencia en las aceras de la ciudad, en los mercados o centros financieros para que la gente mantenga la distancia social necesaria para evitar más contagios.
Y, nuevamente, después que el Gobierno anunciara que desde el 4 de mayo se pasará de la fase de aislamiento a la fase de distanciamiento social, el alcalde Yunda solicitó al COE Nacional que se mantenga la cuarentena hasta el 31 de mayo en la capital. Con este pedido se abre un nuevo capítulo de medición de fuerzas, liderazgo y decisiones trascendentales para la ciudad y los quiteños.
No hay que reflexionar mucho, tampoco hay que dar tantas explicaciones políticas, comunicacionales y discursivas para identificar por dónde está el interés de cada uno de los actores políticos nacionales o locales de nuestra patria. El infalible sentido común les permitirá a los ecuatorianos sacar sus propias conclusiones.