La escena del papá o la mamá en la cabecera de la mesa, haciendo los honores de cortar las jugosas piezas de un pavo que acaba de salir del horno, mientras el resto de la familia espera su porción, en medio de todo un ambiente navideño la noche del 24 de diciembre, se ha convertido en algo usual con el pasar de los años. Sin embargo, esta tradición, que en el Ecuador no supera los 25 años, tiene sus orígenes cinco siglos atrás. Hoy te contamos de qué va la historia del pavo navideño.
Los primeros en consumir el pavo como alimento especial para conmemorar una fecha importante fueron los aztecas. Esto sucedía, incluso, antes del siglo 16. Ellos llamaban al pavo ‘guajolote’ y lo preparaban para celebrar el solsticio de invierno que ocurre el 21 de diciembre de cada año. De acuerdo a varias investigaciones científicas, el pavo fue un animal salvaje que los nativos americanos lo domesticaron hace más de 2500 años y lo llamaron de diferente forma: guajalote, bimbo, piru, mamaco, jolote, guaraca y cócono.
Cuando los españoles llegaron a América, tuvieron la oportunidad de degustar este producto y quedaron fascinados. Esto les sirvió de dos maneras: primero, lo llevaron a Europa como un alimento exótico de muy rico sabor y con múltiples posibilidades de consumo, pero también lo utilizaron como un elemento político-religioso para crear un acercamiento con las comunidades indígenas de los actuales México y Centroamérica, e impulsar el proceso de evangelización.
Fue así que en 1528 Fray Pedro de Gante tuvo la idea de festejar la primera Navidad en México junto con los evangelizados, aprovechando que la fiesta del solsticio, llamada Panquetzaliztli, y la Navidad se celebraban con pocos días de diferencia. Con el pasar de los años, no fue difícil para los españoles convencer a la población de adoptar esta tradición europea.
Cuando el pavo llegó a Europa se convirtió en un ingrediente práctico para la cena navideña debido a su volumen, pues tiene gran capacidad de alimentar a varias personas y su tiempo de engorde es muy corto, si lo comparamos con otras aves como los patos, gansos o gallinas. Mas aún en invierno en que la producción de comestibles se reduce ostensiblemente.
Finalmente, los ingleses adoptaron la tradición del pavo navideño a partir de 1848 cuando se difundió una ilustración de la reina Victoria y su familia en un ambiente lleno de luces, el árbol decorado y un pavo sobre la mesa. Desde entonces, la población imitó esta costumbre real como símbolo de estatus, algo que el escritor Charles Dickens refrendó en su libro “Un cuento de Navidad” en el que el protagonista Scrooge manda a comprar un pavo gigante al final de la historia para enmendar su comportamiento mezquino.
Es así que la tradición ha recorrido más de 500 años hasta llegar a las mesas de miles de familias que este año también compartirán y degustarán del pavo, el indiscutible rey de la Navidad.
Fuente: Conave