Quito, 18 ago (La Calle).- La edad media y la monarquía nos dejaron varios personajes: juglares, ministros o consejeros, pero contrario a lo que podríamos creer, los bufones del rey tenían una importancia enorme en los palacios, su sueldo no era nada miserable y muchos de ellos se inmortalizaron en pinturas.
Todo lo contrario de los consejeros ad honorem de Lasso. El término significa “por la honra”, es decir, hacer algo solamente por la satisfacción del trabajo bien hecho.
Aquí no sucedió, es más podemos decir que en el caso de Juan José Pons, involucrado en un caso de corrupción y presunta venta de cargos públicos, no existiría nada de honradez.
O Aparicio Caicedo, quien al parecer se vio la saga de El Padrino, aunque nos ha demostrado que con el calibre sus amenazas y falta de discreción que no llegaría siquiera a ser Fredo Corleone. Ahora tiene un puesto en el Gabinete, uno con rango de ministro de Estado, según el decreto ejecutivo que lo oficializa.
Juan Carlos Holguín es el que más rápido llegó a tener un puesto fijo. Siete meses después del inicio de sus funciones. No importó que Mauricio Montalvo tuviera una carrera diplomática, el puesto de canciller terminó en sus manos. Es preciso recordar que fue Embajador itinerante Ad Honorem de Ecuador.
Roque Sevilla quiso optar por la diplomacia y le dijo a el Comercio que renunció a la consejería para evitar malestares de carácter político. Es que la Comisión de Transparencia de la Asamblea investiga un posible uso indebido de recursos públicos.
Dijo que está dispuesto a comparecer, algo extraño, ya que Caicedo y Luis Coloma no se presentaron bajo la excusa de que no están sujetos a control político.
Carlos Cueva, Roberto Salas y Rafael Cuesta pasaron desapercibidos por su cargo ad honorem, tanto que ni siquiera sabemos de su trabajo. La investigación del Legislativo posiblemente determine las responsabilidades que tuvieron.
Los bufones no tienen comparación con los ad honorem de Lasso. Solamente en que convirtieron este término en una tragicomedia, un sainete. Al cabo de un año, la función ha terminado y resta esperar para obtener respuestas sobre sus acciones. Esperamos que no sea cuando el período presidencial concluya.