Por: Mónica Abad Correa
Vivimos en una sociedad que al parecer nos permite ser autónomos, tomar el control y las riendas de nuestra vida, para bien o para mal como actores sociales con posibilidades de autodeterminación y como representantes de nuestro propio destino.
Pero que tan autónomos somos cuando la sociedad nos exige ser parte de un grupo vulnerable que más allá de los valores intrínsecos, donde la falta de empleo y la necesidad de sobrevivir van por encima de los anhelos, sueños y necesidades básicas, es inimaginable ver desde la perspectiva de la política mal llevada o más bien, mal interpretada, que la necesidad de la gente es solamente llevar el pan de cada día a la mesa, pagar las cuentas de servicios básicos, que por cierto facturan más impuestos que el propio consumo.
Culpamos a los gobiernos y sus sucesores de la mala administración por la corrupción que ha estado presente en nuestras sociedades, con diferente ímpetu y diversas modalidades a lo largo de prácticamente toda la historia.
En realidad, somos nosotros, la misma sociedad quienes permitimos el manejo colectivo de nuestras voluntades, vivimos en una lógica de “sálvese quien pueda” y nos convertimos en egoístas en nuestro propio entendimiento, dejando que manipulen la conciencia del pueblo haciéndonos ciegos, sordos y mudos olvidando nuestros intereses de crecimiento y desarrollo personal, como si eso fuera importante para quienes ostentan el poder.
Las conductas individualistas, según determinadas teorías psicológicas y sociológicas, encuentran su origen en el seno del alma humana, después de todo no se trata solamente de crisis política, económica, social o cultural, sino una sumatoria de todas ellas que se confluyen en una sola.
No creo exista una receta que cambie el modelo de gestión en los gobiernos ni de sus administraciones, simplemente debería aplicarse la lógica, la razón y la decencia en donde los derechos inherentes prevalezcan en todos los ámbitos. La participación socio – colectiva podría tener un rol estimulador con recursos creativos en base a las aspiraciones de las personas.
La vida es cambio, pero también es movimiento.