Quito, 20 ene (La Calle). – Tras las declaraciones del expresidente Rafael Correa, respecto a la Ley de aborto por violación y su llamado a formar una coalición por la vida, es importante reflexionar sobre cómo muchos de los partidos “progresistas” carecen de una sintonía con las luchas sociales legítimas, como las del movimiento feminista.
“Es algo que veíamos venir. Yo puse un tuit al respecto de que estábamos a un tris de que la primera dama se una al expresidente y formen la coalición por la vida. Es algo que seguramente va a pasar de forma privada o abierta. A mi me llama la atención que cuando se habla de los derechos reproductivos de las mujeres, las pugnas entre derecha e izquierda se acaban”, dijo a Radio La Calle, Sybel Martínez, activista feminista.
“Me pregunto si el Estado es laico o es teocrático disfrazado de laico. Y, por supuesto, al estar a un telefonazo de distancia con los asambleístas de su bloque, llevan a un proyecto bueno como este a hacer agua porque al final del día pesa más la parte política, los dogmas de fe y la ignorancia indocumentada. El plazo máximo no es de gratis, sino que formaron un criterio técnico al escuchar a los comparecientes, pero no pudieron sostenerlo”, agregó.
Izquierdas disfrazadas
“Parecería que se puede asociar ser de izquierda y la redistribución de ingresos, de riqueza, fortalecer las capacidades del Estado, pero que se puede aislar de la justicia de género. No existe una militancia de izquierda que pueda disociar este tipo de injusticia con las de otro tipo”, explicó a nuestro medio el sociólogo Agustín Burbano de Lara.
Insistió que en Ecuador nos hace falta entender que es un error conceptual y político. “Lo que logra la Revolución Ciudadana es alejarse de una multitud de colectivos que militan por la justicia de género y que no encuentran sus proyectos reflejados en la revolución ciudadana”, argumentó.
Por su parte Sybel Martínez también criticó la separación que se intenta crear entre el progresismo y el feminismo. “¿De qué progresismo hablamos cuando ponemos en tela de duda los derechos de las mujeres? Cuando el feminismo joven ha puesto presidentes como Boric y aquí estamos regresando a un feminismo puro y duro donde no se guardan ni las formas. Resulta que la izquierda cosmopolita se volvió una burguesía provinciana de mantel blanco y cubertería de plata ¿De qué estamos hablando? Las ideologías tienen un peso y razón de ser. No pueden borrarse de un plumazo porque alguien con peso político pone dos tuits”.
Violencia dentro de los movimientos
Para Martínez es importante que las mujeres que hacen política y apoyan al movimiento feminista puedan unir sus fuerzas para hacer frente a las presiones y a la minimización de sus capacidades.
“El expresidente le hace un flaco favor a su bancada. Ese temor reverencial como parte del liderazgo es un error que ya le ha pasado factura. Como movimiento feminista, yo decía que las asambleístas feministas de las bancadas deberían empoderarse para hacer un frente común sobre este tema en particular, por las niñas y por ellas mismas. Para no estar subordinadas a las presiones de machos y misóginos que quieren imponer sus creencias y no debatir de forma técnica. Pasa también por la imposición de verdad única y supremacía. De mirar por el hombro a las mujeres ¿cuándo acabará eso?”, expresó.
Burbano de Lara es enfático al indicar que los hombres terminan siendo cómplices cuando callan ante la evidencia de violencia política contra una compañera. “Somos cómplices. Se llama complicidad patriarcal, cuando los hombres vemos una injusticia de género que refuerza los privilegios sociales de los hombres y guardamos silencio. Si vemos que le dicen infantil a una compañera, tratándola de tonta o vanidosa y sectaria por pensar diferente y nos quedamos callados, estamos siendo cómplices. Lo que va a pasar es que terminaremos en un partido machista que no pueden incorporan agendas de género en sus demandas”.
Para Burbano de Lara el problema no está en los liderazgos, sino en que dentro de los partidos no existe una posición fuerte acerca de las distintas formas de agresión. “Tenemos naturalizadas un sinnúmero de agresiones y si no tenemos un pacto ético sobre las formas de hacer la política, muy difícilmente saldremos de ese atolladero. Hay que hacer una militancia fuerte para cultivar los espacios libres de violencia”, concluyó.