Quito, 10 oct (La Calle).- Hoy, 10 de octubre, se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental. Este año, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) lanzó una campaña para crear conciencia sobre el impacto de la COVID-19, en los trabajadores de salud de primera línea.
Según la OPS, la pandemia agravó la situación de salud mental en la región, incrementando los casos de afecciones mentales y empeorando los preexistentes. También señala que ha producido interrupciones significativas en los servicios para tratar los trastornos mentales, neurológicos y por uso de sustancias.
“Las poblaciones que históricamente se han enfrentado a una mayor carga de afecciones de salud mental y a un acceso reducido al tratamiento se ven afectadas de manera desproporcionada, por los impactos de COVID-19 en la salud mental”, explica el organismo.
En la región, los trastornos depresivos son la principal causa de discapacidad. Casi 100.000 personas se suicidan, cada año.
Las cifras
“Los trabajadores de la salud han sacrificado mucho para atender a las personas durante la pandemia de COVID-19. Esto ha afectado su salud mental, en muchos casos. La campaña, de este año, amplificará las voces de los trabajadores de la salud, para que haya una mayor comprensión de los problemas de salud mental que enfrentan”, explicó Renato Oliveira, jefe de la Unidad de Salud Mental de la OPS.
Los datos preliminares de un estudio de la Universidad de Chile, la Universidad de Columbia de Estados Unidos y la OPS, indican que, entre el 5% y el 15% de los encuestados, en varios países de las Américas, tuvieron pensamientos suicidas en las dos semanas anteriores a ser encuestados. Entre el 15% y el 22% declararon síntomas compatibles con la depresión.
La pandemia ha afectado la salud mental, no sólo de los trabajadores de la salud, sino de otras poblaciones de la región. La ciudadanía se enfrentó al duelo personal, a las noticias sobre la enfermedad y muerte, a las pérdidas de empleo, a las crisis económica y social, a la violencia doméstica, al cierre de escuelas y a la desinformación generalizada. Al mismo tiempo, los servicios para ayudar a las personas, a hacer frente a estos factores de estrés, se vieron interrumpidos por la pandemia.
Según Oliveira, los servicios de salud mental se interrumpieron en 60%, en los países de las Américas. La brecha de tratamiento para problemas específicos de salud mental y consumo de sustancias alcanzó el 80%, en algunos lugares de la región. Las personas pobres, desempleadas, con menos estudios o pertenecientes a grupos que suelen sufrir discriminación racial y social, tienen menos acceso a los servicios de salud mental.