OPINIÓN
Me pidieron nombres de periodistas destacados y empecé a pensar en nombres cercanos, no aquellos ampliamente recordados como Eugenio Espejo o Manuel J. Calle, sino nombres que a la gente les suenen conocidos y que se los respete como referentes más allá de las tendencias políticas. No se me vino ni uno. Ni siquiera el mío es digno de enlistarse: yo obrero de un medio al que le ha tocado maquillar al gobierno para poder alimentar a mi familia.
La línea editorial del medio en el que trabajo me dice qué escribir, a quién debo entrevistar, sobre quién no puedo hablar, qué temas me están vetados. Las órdenes han venido de ministerios, de la Presidencia, de la misma esposa del presidente… Me he callado muchas cosas o las he trucado para que no suenen tan mal como deberían.
En Ecuador, los grandes medios tienen la misma línea editorial: cuidar el interés del capitalismo y sus amigos, y sus aliados, y sus consortes. Algunos medios que nacieron de un sueño ciudadano, hoy también se han vendido a su mejor pagador: el gobierno.
Dentro de esos medios estamos un cúmulo de obreros que debemos callar nuestros pensamientos, nuestra postura política, social y ciudadana por no perder nuestro empleo. Por llevar un plato de comida a nuestros hogares.
En el Ecuador de Lenín Moreno nos han perseguido por no pensar igual al secretario particular del presidente. Nos han dejado sin trabajo, sin un ingreso para alimentar a la familia, los hijos, los padres, hermanos que viven de nosotros, algunos con discapacidad. La lección que el poder nos quiere dejar es sencilla: que te sirva de escarmiento, el próximo en violar la línea editorial se queda sin empleo. Libertad e independencia, le llaman impúdicamente.
¿Qué hicimos en octubre?
Revisemos las noticias que se emitieron en las protestas de octubre de 2019. Un sinnúmero de notas queriendo influir en quienes nos ven, oyen o leen para desacreditar la protesta social, legítima por Constitución, multiplicando el odio contra ese grupo de personas que “solo vinieron a destruir la ciudad”.
Y ahí estuvimos los periodistas de los medios cómplices, redactando con asco esos “reportajes”. Le ofrezco disculpas a los ciudadanos que nos leyeron. Algunos periodistas honestos sentimos vergüenza porque creíamos en esa protesta y queríamos ser parte de ella, pero cual Judas, traicionamos a nuestros hermanos.
En la noche o al siguiente día saldría nuestro reportaje, con nuestra voz o nuestras letras, firmado por nosotros, pretendiendo callarlos a ellos, a quienes estuvieron luchando incluso por nosotros que maquillamos las cifras, que buscamos un adjetivo distinto, que amplificamos la voz del poder que los estaba matando.
Los únicos que pudieron dar voz a ese ciudadano, fueron esos pequeños medios, como Radio La Calle. Hoy también perseguidos. Enlistados, ellos sí, en una hoja de papel que reposa en las manos del Gobierno y de la Fiscalía, recordándonos a los valientes que en 1792 crearon un diario voz del pueblo y que también fueron espiados, perseguidos y encarcelados.
Hoy es el Día del Periodista Ecuatoriano y los saludos y mensajes de felicitaciones llueven, sobre todo desde las instancias gubernamentales. Entonces, ¿de verdad merecemos celebrar?
Hoy, 227 años después, seguimos recordando ese primer periódico fundado por un exponente del oficio como Eugenio de Santa Cruz y Espejo. Escrito por grandes mujeres u hombres revolucionarios que se pusieron del lado correcto de la historia: de la libertad.
¡Cuánto los hemos decepcionado!