Por: Omar Jaén Lynch / @kelme_boy
Periodista y docente universitario
El nuevo año no afloja la tragedia. Europa confirma prácticamente una tercera ola de contagios de coronavirus. Vemos casi todas las semanas a una Angela Merkel suplicando a los alemanes que se tomen en serio las medidas de restricción para frenar un ritmo de 1.000 muertos diarios a causa de la Covid-19. Italia, Francia y España, si bien no están en las alarmantes cifras germanas, llegaron al tope de su capacidad hospitalaria y prevén que la situación empeore tras las festividades de Fin de Año. Lo de Reino Unido y su mutación es un drama aparte y aún más grave.
Cruzando el Atlántico, la nefasta herencia de Donald Trump ha provocado en Estados Unidos entre 3.000 y 3.900 muertos diarios por Covid en los últimos 5 días de 2020. El negacionismo promovido desde la Casa Blanca y ese eslogan del “país de las libertades individuales” profundizan la crisis sanitaria en EE.UU.
¿Leer los anteriores dos párrafos nos les provocó un déjà vuv de marzo de 2020? Y es que mientras el mundo sostiene la respiración por la pandemia, en Ecuador seguimos despreocupados y con un timonel a la deriva. Sí, pasamos por un “Estado de Excepción” que para fines prácticos solo ha servido para colapsar la transportación pública y para prevenir las farras en lugares públicos, porque en las casas se ha chupado bastante el fin de año.
Me preocupa que desde el Gobierno, los medios de comunicación y parte de la denominada “opinión pública” no se hable con claridad y frontalidad de lo que se avecina. Los últimos días de 2020 y los primeros de 2021 reflejan un notorio aumento de fallecidos, pero lo más preocupante, nuevamente estamos al borde del colapso hospitalario.
Por ejemplo, en los hospitales del IESS de Guayas ya no hay disponibilidad de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) para pacientes con Covid-19. Similar situación se vive en las casas de salud particulares de Guayaquil. A esto se suma la decisión de Solca de “reprogramar” (aunque en un primer momento usó el término “suspender”) las citas ante el aumento de casos de coronavirus entre sus colaboradores.
Para desgracia de Guayaquil tiene una alcaldesa que se ha dedicado a desperdiciar recursos públicos en fumigar veredas, llantas y rostros de personas con dióxido de cloro. Pero como si no fuera suficiente, la funcionaria ahora está en una cruzada para distribuir entre los ciudadanos un medicamente del que no hay ningún sustento científico sobre su eficacia contra la Covid. Ella tuvo la osadía de declarar que si no sirve para el coronavirus, al menos los ciudadanos estarán desparasitados. Más bajo no se puede llegar.
Y qué decir de los arlequines de Carondelet. No les bastó con su inoperancia y negligencia entre marzo y abril (con saldo de más de 15 mil muertos a esa fecha), ni abandonar la compra de pruebas de PCR para monitorear los casos positivos (la más efectiva estrategia para vigilar el coronavirus), ni lanzar la pelota de responsabilidad a los gobiernos seccionales (que tienen meses y hasta años son recibir las asignaciones de ley de parte del gobierno central). Ahora van por un aventurero Estado de Excepción para ver si frena en algo lo que está pasando en el mundo desde hace dos meses.
Resulta desesperante ver cómo la administración de Lenín Moreno aún no decide el cierre del espacio aéreo para viajes provenientes de países en los que está desatado el contagio. Se habla de la mutación inglesa, les aseguro que ya debe estar entre nosotros producto de la llegada de algún pasajero desde Estados Unidos o alguna nación europea. Perdimos semanas valiosas, espero que el saldo no sean más muertes.
A esto se abre la polémica de las vacunas. El gobierno, en uno de sus tan conocidos errores de comunicación, informó en un primer momento que traerían 4 millones de dosis de la vacuna de Pfizer. Luego, el propio Moreno y su ministro de Salud indicaron que solo serían 2 millones y con un contrato que no se pude divulgar. Una compra millonaria en un país en el que hace poco se repartieron los hospitales y medicinas a grupos políticos, ¿qué puede salir mal ahora con las vacunas?
Pero no todo es responsabilidad de los incompetentes que nos gobiernan, también hay que apuntar a los ciudadanos que poco o nada parece que les importa la pandemia. Las imágenes están ahí: Tumultos en la Bahía de Guayaquil, en los mercados del Sur de Quito, en reuniones en Manta, centros comerciales abarrotados en todas las ciudades… ¿Qué nos pasa ecuatorianos?, ¿no nos duele haber perdido más de 40 mil de los nuestros por esta puta enfermedad? Probablemente me gane la ira popular por esto, pero ¿cómo es posible que miles de barcelonistas se arriesgaran a salir a las calles el pasado martes? Sí, como hincha del Bombillo sé lo que es dar una vuelta en Casa Blanca, pero estamos en momentos críticos. Les juro que cuando veía las imágenes de los festejos me fue imposible no pensar que esas mismas personas, 48 horas después, iban a estar en reuniones con sus familias y amigos en Fin de Año. Bueno, que quede en la conciencia de cada uno.
Mi ruego de año nuevo no va por tener un mejor salario (que no me caería mal), ni tampoco viajar a lugares exóticos. Mi súplica es porque todos -quienes gobiernan y “gobernados”- entiendan que se nos vienen días durísimos, que entiendan que una muerte es igual que 40 mil. Lamentablemente siento que los ciudadanos debemos esperar lo peor y, sobre todo, enfrentar y resistir solos lo que se nos viene, porque el Gobierno tiró la toalla hace rato.