Cristina Llumiquinga / @CrisLlumiquinga
Quito, 01 dic (La Calle). – “Fue muy grave porque mis defensas estuvieron muy bajas. Entonces, yo llegué a la etapa SIDA con el VIH, ya era una etapa muy crítica. Muchísimos médicos dijeron que ya no hay nada más que hacer”, son las palabras de Pedro (nombre anónimo), un joven de 26 años de edad cuya lucha contra el virus empezó hace un año.
Tras un año de tratamiento, los últimos controles de Pedro evidencian que el VIH en su cuerpo es indetectable, es decir, intransmisible. Pero el camino no fue fácil.
“Algo que me dolió más que mi enfermedad fue ver a mi familia sufrir. Ver a mi familia quebrantada fue una de las cosas que me partían siempre. Para mí era más doloroso verlos que mi propio dolor físico”, añade.
Pedro es parte de los 4.320 casos nuevos de VIH registrados en 2019, según datos del Ministerio de Salud Pública (MSP). Estuvo hospitalizado durante seis meses en un hospital público perteneciente a la red del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS)
Los promedios realizados por el MSP con el apoyo técnico del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA), indican que al término del 2019 existen 47.206 personas viviendo con VIH-PVV en el país. El grupo de edad entre 15 a 49 años es el más afectado por la epidemia, con mayor número de casos en hombres.
Pedro pudo acceder al tratamiento de forma gratuita en el IESS gracias a su trabajo y la afiliación en este sistema de salud. Nos cuenta que no se puede quejar de la atención que recibió, sobre todo durante los seis primeros meses. Los medicamentos del tratamiento antiviral siempre los recibió de forma gratuita. “Estoy totalmente consciente de que si yo no hubiera tenido este seguro yo no estuviera aquí”, asegura.
Centralización de los fármacos
El médico infectólogo David Larreátegui asegura que a partir de la pandemia, la situación para los pacientes con VIH/SIDA que se encontraban en provincia se hizo delicada. Las restricciones de movilidad dificultaron el acceso a los fármacos antirretrovirales. También hubo problemas de abastecimiento de medicamentos.
Como consecuencia, los pacientes “tienen riesgo de hacer resistencias virales, empeorar sus tratamientos y cambiar a esquemas de tratamientos mucho más potentes”. Larreátegui cuenta que el Hospital Carlos Andrade Marín pasó por este desabastecimiento de antirretrovirales y continúa hasta ahora.
Mientras tanto, el sistema de salud privado no tuvo problemas de desabastecimiento. Sin embargo, los costos de los antirretrovirales son elevados; el tratamiento de 30 fármacos para un mes oscila entre USD 120 el más barato y USD 900, el más caro.
En este contexto, Pedro no tuvo problemas para adquirir los antirretrovirales gracias a su seguro del IESS. Sin embargo, sí tuvo inconvenientes para programar citas médicas por otras dolencias derivadas del mismo virus.
“Yo estaba en una etapa muy avanzada del VIH. Tenía que revisarme el oftalmólogo, debido a un derrame en mis córneas causado por un hongo que tengo en el cerebro. La primera cirugía salió bien, pero tenía que realizarme otra y a partir de la pandemia se paralizó todo. Las respuestas que nos dan en el seguro es que el oftalmólogo está atendiendo pacientes con Covid y no pueden atenderme”, explica Pedro.
¿Qué se debe exigir este 1 de Diciembre?
Para el doctor Larreátegui lo ideal es manener el abastecimiento y descentralizar la administración de los antirretrovirales. El experto asegura que lamentablemente el abastecimiento está centralizado en las tres grandes ciudades del país: Quito, Guayaquil y Cuenca.
El análisis geográfico de casos de VIH/sida por provincia en 2019, que brinda la estrategia de VIH del MSP, revela que el 84,82% (3.458) de los casos se concentran en ocho provincias: Guayas (27,99%; 1.141), Pichincha (21,54%; 878), El Oro (6,67%; 272), Los Ríos (6,52%; 266), Esmeraldas (6,01%; 245), Manabí (5,79%; 236), Azuay (5,57%; 227) y Santo Domingo (4,73%; 193).
Ecuador detectó los primeros casos de VIH en 1984 (ocho casos); desde entonces, la evolución de las cifras aumentó. En el 2009 se registró la cifra anual más alta de notificaciones de VIH, con un total de 5.336. Sin embargo, testimonios de lucha como los de Pedro, son los verdaderos registros que superan cualquier estadística.
«No dejen de vivir. No importa que la gente y los médicos te digan que no tienes esperanzas; yo fui uno de ellos. A mí me dijeron ‘ya no vas a vivir’. Pero uno se aferra a la vida como lo único que tiene; lo único que tenemos es esto, no hay nada más. Lo demás es muy efímero. Repito: el VIH no es sinónimo de muerte, es sinónimo de renacer».