URKU. Creaciones que se llenan de color y que se convierten en algo extraordinario desde cualquier punto de vista. Como un edificio que dejó de ser igual a muchos otros por su estética visual, mejorando en gran manera ese espacio y que crea interés en la gente que lo ve.
Es así como el artista quiteño Roberto Rivadeneira, está logrando asombrar a muchas personas en el mundo con su arte. Roberto, quien también es conocido por su nombre artístico URKU, que significa montaña en Quichua y que escogió cuando empezó a pintar en las calles, pues no quería usar su nombre real. Fue así como su investigación por las palabras de pueblos originario ecuatorianos, lo llevó a encontrar que la palabra Urku lo identificaba muy bien.
Definiendo su estilo como arte contemporáneo semi abstracto, que varía y se adapta a diferentes medios como lienzos, papel, murales y objetos. Su trabajo está profundamente influenciado por pintores del siglo XX, la cultura contemporánea y las observaciones cotidianas entre ciudades y sociedades; una invitación abierta para que los espectadores se adapten e interactúen dentro del espacio y la atmósfera.
El artista que actualmente reside en Berlín, expresa que su gusto por el arte estuvo siempre con él, pero fue a la edad de 20 años cuando tuvo la oportunidad de trabajar en un proyecto con un pintor australiano, fue cuando se dio cuenta de su pasión. Roberto se encontraba realizando sus estudios de diseño y comunicación en Sydney, Australia.
“Esos días en su estudio realmente me hablaron y me di cuenta que lo que yo quería era pintar; y bueno, desde ahí no he parado”.
Roberto es pintor, ilustrador y artista visual, que se ha desarrollado en los últimos años también como muralista. Su interés por el arte en la calle lo acompaña desde niño. Sus inicios fueron a los 14 o 15 años cuando junto a sus amigos comenzó a realizar esténcil y graffiti, manifestando que en ese entones no era muy bueno, pero poco a poco ese pequeño interés por el proceso entre el arte en la sociedad fue creciendo.
Los murales de URKU, pueden llegar a ser tan impresionantes en tamaño y estilo. Es imposible no admirar algunas de sus obras que están en países como Ecuador, Chile, Brasil, México, España, Portugal, Serbia, Alemania, Austria, Turquía, Grecia, Bulgaria, Chipre, Israel y Australia.
«Aprende sin soberbia y déjate arrollar una y otra vez por el asombro, que es lo que hidrata el alma y el cerebro».
Cristian Cambronero
Los mensajes en sus obras no son muy claros y puntuales, pues él busca generar una estética visual por medio de los colores y la composición, captando de esa forma la atención de las personas; sin necesidad de que algo claro se pueda percibir, existiendo esa abierta interpretación.
A finales del 2015 Roberto viajó a Alemania (Berlín) para trabajar como diseñador, después de tres años y medio de trabajo a tiempo completo decidió dejarlo y dedicarse por completo al arte, lo que fue un gran desafío para él, pero que hasta el momento ha logrado un resultado muy próspero.
Roberto expresa que tiene mucha suerte de vivir en Berlín; ser espectador y poder absorber esa escena artística que está en todas partes. Las exposiciones, los performances y las fiestas de cada día y en cada esquina.
“A diferencia de la escena contemporánea de arte y de murales en Latinoamérica; en Europa y especialmente Alemania predomina la pintura abstracta. Por lo que siento que esto ha afectado increíblemente mi trabajo y lo que busco producir”.
Entre los proyectos mas retadores que ha podido realizar, se encuentra un edificio industrial en el norte de Australia, cerca de la ciudad LINZ. El artista tuvo que pintar el edificio industrial de 32 metros de alto por 30 de ancho en 6 días, por lo que él y su asistente tuvieron que trabajar 14 horas diarias.
Su inspiración puede provenir de cualquier lado, desde una taza de café, una exposición de piezas arqueológicas, hasta los paisajes frente a las montañas. Cambiar de contexto social y visual también lo ayuda mucho en su proceso creativo. Roberto aprovecha los viajes que realiza por trabajo para absorber nuevas ideas y plasmarlas rápidamente en su cuaderno de dibujo.
“Cuando voy a hacer un mural o una pintura en el estudio, regreso a ver mis ideas pasadas, absorbo un poco de mis dibujos y como creo que estas composiciones pueden cambiar y adaptarse a un espacio”.
Una de las cosas que más disfruta URKU al pintar y hacer arte, es el sentimiento que se genera en él cuando está creando algo nuevo, ya sea en un mural o en su estudio. En ese proceso siente que se enamora cada vez más de la vida. Una de sus frases favoritas, con las que se siente muy identificado es: “Arte es la forma más grande de esperanza”, del pintor alemán Gerhard Richter
Desde su punto de vista como artista, URKU se ha dado cuenta que en Ecuador el arte urbano está creciendo mucho. Le gusta ver el proceso de tener varios artistas nuevos dispuestos a interactuar en el espacio, también le parece interesante la manera en que ha aumentado la aceptación social hacia el arte urbano, pero también esta convencido de que todavía hay que recorrer mucho camino y lograr una culturización en la sociedad, para que el muralismo y el arte urbano contemporáneo tengan el impacto positivo que cada artista desea dejar. “Siempre que vengo al Ecuador me gusta viajar un poco, llenar el auto de pintura e intentar conseguir espacios en zonas rurales del Ecuador”. Varios de sus murales se encuentran en Quito, Ballenita, Canoa, Mompiche y Puerto López.
Por el momento el artista quiteño quiere seguir impulsando su carrera con nuevos proyectos; con murales más grandes, con galerías más extensas, generando una estética y sistema visual. Quedando marcado su trabajo en el futuro, sin importar en qué lugar del mundo se encuentre.