Por: Ramiro Aguilar Torres /@ramiroaguilart
Las encuestas en el Ecuador son como un insumo astrológico, circulan de grupo en grupo de WhatsApp, como si fuera información confidencial o el santo y seña de una conspiración esotérica para descifrar el fin de los tiempos. Es lo que somos. ¿Qué se le va hacer?
Esta semana varios amigos me hicieron llegar una encuesta de CS hecha entre el 25 y el 28 de julio de 2020, con las siguientes cifras:
Candidato de Correa tendría una intención de voto del 21%.
Ninguno, nulo o blanco 11%.
Leónidas Iza 11 %.
Guillermo Lasso 11%.
Candidato de Jaime Nebot 10%.
No ha decidido 10%.
Otto Sonnenholzner 9%.
Álvaro Noboa 8%.
OTRO 5%.
Lucio 1%
Para abajo, los demás precandidatos se reparten los ceros.
La muestra fue de 2704 casos; en áreas urbanas y rurales de todo el país.
Demasiado pequeña; no obstante, vamos a tratar de hacer un ejercicio de interpretación.
Lo primero que podemos ver es que después de la pandemia, el eventual candidato de Correa, estabiliza su intención de voto alrededor del 21%.
Leónidas Iza se mantiene sobre el 10%, lo cual no alcanza.
Entre el candidato de Correa e Iza sumarían un potencial 32% del electorado.
En la derecha entre Lasso, el candidato de Nebot, Sonnenholzner y Noboa suman un probable 38%. Me permito remarcar que la encuesta fue hecha así, dos alternativas distintas: el candidato de Nebot y Otto Sonnenholzner, lo cual distorsiona su lectura ya que es probable que Otto sea candidato del partido Socialcristiano.
Esto nos dice que los polos están así de marcados a siete meses de la primera vuelta; y a dos meses de la inscripción de candidaturas: 21% voto duro del correísmo; y, 21% voto duro de la derecha (Lasso y PSC).
Con este escenario si Otto es el candidato del PSC y Álvaro no se lanza, es el ex vicepresidente el que podría entrar a segunda vuelta como representante de la derecha. Es un candidato funcional y tiene el aparato mediático corporativo a su favor y los recursos económicos.
Si Otto no se lanza y lo hace Álvaro, es altamente probable que quien esté en segunda vuelta por la derecha sea Noboa dado el descontento de la gente.
Quien, por ahora, está totalmente fuera de una eventual segunda vuelta es Guillermo Lasso.
Con los datos que aporta la encuesta sobre la que estamos reflexionando, me atrevería a vaticinar que los sectores más centristas de la política ecuatoriana querrán aproximarse a Leónidas Iza para dejar aislado al correísmo. Verán en Iza a alguien más asequible para acampar en su gobierno, menos radical y más alcanzable burocráticamente que el correísmo.
El propio Leónidas Iza tendrá una estrategia electoral más centrista y hasta conciliadora; al más puro estilo del movimiento indígena que tiene un agudo sentido de la oportunidad.
Si el correísmo entra en segunda vuelta es difícil que se junten los votantes de Iza y el candidato de Correa. Los partidarios de Iza fácilmente podrán ser cooptados por la derecha con una agresiva campaña comunicacional de que todo vale menos el correísmo.
La pregunta es: ¿Votaría el correísmo por Iza, en caso de que don Leónidas llegue a segunda vuelta?
El miedo como factor político; la manipulación de la información; los recursos económicos; y el control del Consejo Nacional Electoral (CNE), harán su parte.
Con un Progresismo desunido, la derecha ganará las elecciones presidenciales del 2021.
Hay que considerar además que un alto porcentaje de la población no está ideologizada y tomará su decisión semanas antes de la elección, de acuerdo a las ofertas electorales que cada campaña posicione.
Todo esto en medio de un escenario económico muy deteriorado, donde la gente por la desesperanza, lo que menos hará es leer los planes de gobierno.
Con cuatro años más de un gobierno neoliberal, el país será más pobre, dividido y caótico. Se privatizará la Seguridad Social y se venderán los activos del Estado. Se precarizarán aún más los derechos de los trabajadores y quebrarán pequeñas y medianas empresas en función de agresivas políticas importadoras. Iremos desordenadamente a un modelo bimonetario, donde el dólar convivirá con el dinero electrónico.
Por eso debemos considerar la urgencia de un frente Progresista unido en primera vuelta, para poder ganar allí con una votación sin apelantes. Adicionalmente, estoy convencido de que ese frente debe acoger el anhelo de la ciudadanía de que el candidato o la candidata no sea alguien tan politizado; sea alguien menos controversial; y, por tanto, fresco en un ambiente político extremadamente desgastado.