Por: Mauricio Galindo
¿Es la Colonia lo que imaginamos? O son diversas épocas y formas de vida. Pues son muy diversas, sin embargo, tomemos el siglo XVIII el más feliz y rico de nuestra ciudad. En ese momento se construyeron, o modificaron en toda su magnificencia las Iglesias, había una población de 25 mil habitantes, tres Universidades, una Escuela de Arte, la mas famosa de América, y trabajo en la industria textil, que, debido a la abundancia de encargos desde el Potosí, incluso, pagaba salarios competitivos para los mejores trabajadores. Era una urbe rica, culta, fiestera y con una amplia relación entre todos y todas.
La vida en la Colonia pasó por varias etapas, de las cuales existen tres principales. La primera va desde la fundación a mediados del siglo XVII, en la que se establece la ciudad como tal. La población claramente se genera, la de su mayoría, sobre todo, con la muerte de gran cantidad de indígenas por la violencia de la conquista, pero aún más grave, por las enfermedades que llegan a América y en particular a Quito. Esta primera época observa una población en ciernes, con una abrumadora mayoría indígena, un pequeño porcentaje de españoles y criollos, y la génesis del grupo dominante étnicamente en nuestro país, en la actualidad: los mestizos.
Una segunda etapa de la Colonia, es la que va desde la segunda mitad del siglo XVII y que llega hasta la década de 1760, aproximadamente. Este momento corresponde a la época de máximo esplendor de la ciudad. A ese momento corresponden la magnificencia en Iglesias, las 3 universidades, el cénit de la producción textil y de la Escuela Quiteña. Como consecuencia de esta abundancia económica, la calidad de vida entre muchos quiteños era buena. En las casas de esa etapa, por ejemplo, era común que los sirvientes del primer piso, subiesen a las habitaciones de los arrendatarios artesanos o con otros oficios y estos a su vez mantuviesen una cordial relación con los dueños de la casa, que vivían en el último piso.
Existía una gran laxitud de costumbres, como lo demuestra el hecho de que muchos curas y monjas fuesen asiduos clientes de bares y fondas, donde departían alegremente con los demás habitantes. Esta dichosa etapa llega a su fin de la manera mas brusca, iniciada con la irrupción de los subsidiados textiles británicos en los dominios americanos de España, potencia que, a su vez, gravaba onerosamente a los textiles quiteños, para a su vez introducir sus tejidos. De esta manera se agotó y cayo en decadencia la gran fábrica textil que era Quito y su gobernación.
A esta situación de agotamiento económico, se une la llegada del sarampión, en modo pandemia, además de una serie de movimientos telúricos que destruyeron grandes secciones de la ciudad, y que por ejemplo el de 1797, destrozó por completo a Riobamba, parte de la Gobernación de Quito, dentro de la Real Audiencia. El golpe de gracia fue la disolución de la Real Audiencia en 1802, como producto de las Reformas Borbónicas, que reorganizaron las dependencias administrativas en el Imperio Español en América y Asia.
La tercera etapa de la Colonia, comprende el período que va desde 1760 hasta 1822, podría incluirse la época colombiana, desde 1822 a 1830, ya que Quito era tratada como la capital de una provincia de segundo orden. Durante esos años, la ciudad entra en una franca y acelerada decadencia, perdiendo incluso población, pero sobre todo influencia y capacidad de mantener a las otras gobernaciones de su Audiencia ligadas a ella. La decadencia derivó en que la urbe, y su población, pasasen por un estado de debilidad, falta de oportunidades, y una pobreza general de todas las clases sociales.
A este orden de cosas se encontró la respuesta de la búsqueda de la autonomía que derivó en los movimientos insurreccionales quiteños que fueron de 1809 a 1812 y de las batallas por la independencia que culminaron el 24 de mayo de 1822, en la Batalla del Pichincha, en la cual se cerró el proceso independentista que terminó de arruinar a la ya golpeada ciudad de Quito.