Por: María Isabel Burbano
“Último día del despotismo… y primero de lo mismo“. Esta frase apareció pintada en los muros de Quito tras el 10 de agosto de 1909. Nosotros podríamos decir lo mismo con respecto a la venta de la soberanía de nuestro país al permitir la entrada de personal militar estadounidense.
“Último día del colonialismo… y primero de lo mismo” porque si Jamil Mahuad cedió una base aérea ecuatoriana a EE.UU., Guillermo Lasso, en su momento, y ahora Daniel Noboa no pasan desapercibido este ataque a la soberanía.
Si bien el 10 de noviembre de 1999 se firmaba el acuerdo para la Concesión de la Base Aérea de Manta al personal del Comando Operativo del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, esta operación empezó en enero de ese año con conversaciones entre las Fuerzas Armadas de EE.UU. y el Ministerio de Defensa ecuatoriano.
Este acuerdo aparece tras la salida de las fuerzas militares estadounidenses de la Base de Howard en Panamá, que en 1999 recuperó varios espacios soberanos, entre esos el Canal de Panamá.
¿Era necesario el acuerdo? EE.UU. y Ecuador mantenían, hasta 1999, 10 convenios bilaterales en la lucha contra el narcotráfico y la operación violaba la Constitución de 1998 en el artículo 171: “Velar por el mantenimiento de la soberanía nacional y por la defensa de la integridad e independencia del Estado”.
En noviembre, el documento llegó a manos de la Comisión de Asuntos Internacionales y de Defensa Nacional del Congreso, cuyo presidente era Heinz Moeller. Los miembros de la comisión resolvieron que el acuerdo no necesitaba aprobación por parte del Congreso sino pasar directamente al Ejecutivo.
¿Qué se firmó?
Las autoridades de ese entonces permitieron:
- La libre circulación de personas, aeronaves, navíos y vehículos estadounidenses que, en las condiciones del acuerdo, violaban directamente la soberanía terrestre, marítima y aérea del Ecuador.
- Les otorgaron al personal civil y militar una condición jurídica equivalente a la que proporciona al personal de la Embajada Americana, es decir, solo debían presentar su documento que los acreditaba como estadounidenses para circular por el territorio
Si esto les suena conocido es porque en el período de Guillermo Lasso se firmaron tres acuerdos de cooperación con Estados Unidos y el presidente Noboa aprobó dos de ellos. El acuerdo de Estatuto de las Fuerzas permitía las operaciones de militares y personal civil estadounidense otorgándoles los mismos privilegios que el personal diplomático, así como en 1999.
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En este barco de la nostalgia en el que navegamos los ecuatorianos, no ha sido suficiente para los últimos gobiernos regresarnos a la época de los apagones, ahora también nos encontramos con el peligro de cambiar nuestra Constitución y ceder la soberanía por promesas vacías y sin las garantías de rescatar a nuestro país de la violencia en la que está sumida.