Por: María Isabel Burbano / @rizossalvajes
Paola podrá morir con dignidad en un país donde todavía luchamos para vivir dignamente. Muchos podrán quejarse, pero es que no están en los zapatos de Paola. Nunca han tenido que sentir como una enfermedad dolorosa e irreversible los devora lentamente. No han tenido que ver a un familiar luchando contra la adversidad de una enfermedad cruel que no tiene cura.
En Ecuador nos falta empatía para las causas sociales. Nos sentamos tranquilamente en nuestro metro cuadrado y olvidamos la importancia de entender al otro, de lo que vive y sufre. No siquiera me refiero solamente a los desconocidos, muchas veces sucede dentro de nuestro núcleo familiar o de amigos ¿Nos hemos preguntado hasta qué punto podemos entender al prójimo?
Paola luchó por ellos. Los otros, los desconocidos que ahora podrán tener una muerte digna sin importar las condiciones que tuvieron a lo largo de su vida. No puedo imaginar un final más noble que ese. “Amar a otra persona es ver el rostro de Dios”, decía Víctor Hugo en Los Miserables. Ojalá nuestro corazón pueda llenarse de empatía y bondad. En estos momentos difíciles, es lo que más necesitamos.
Que la tierra te sea leve, querida Paola.