Quito, 02 jun (La Calle). – El último gran exponente de la escena humorista-social mexicana acaba de fallecer. Héctor Súarez, un cómico que hizo cine, teatro y televisión murió a los 81 años luego de una vida dedicada a construir escenas de la vida común mexicana, que estuvieron representadas sobre todo en los casi 200 episodios de ¿Qué nos pasa?, grabado originalmente en Televisa.
“Héctor Suárez es responsable de algunas buenas carcajadas junto a mi abuela cuando veíamos Sábado Loco- Loco”, dice el conductor radial y cómico Jalal Dubois. Efectivamente, Sábado Loco-Loco fue su carta de presentación en el Ecuador (1978). Era un programa cómico animado por el recordado Raúl Ástor y otros grandes actores y actrices mexicanas como: Otto Sirgo, Blanca Sánchez, Eugenia Avendaño entre otros.
El segmento del Gulliver estaba a cargo de Héctor Suárez. Un “sketch” realizado en solitario o junto a Raúl Astor. Se trataba, en líneas generales, de las historias fantásticas de un ebrio, de las que salía bien librado gracias a un gigante del que solo se veía su mano. Nadie creía que existía Gulliver hasta que Suárez gritaba: “Gulliver, vente acá hijo”.
Otro personaje inolvidable era un viejito que “moría” cientos de veces en un parque y solo revivía cuando una chica muy joven se acercaba a su lado, idéntica cosa ocurría con un doctor que recibía a personajes de todo tipo en su consulta.
Luego de ese paso, Suárez empezó a desarrollar su propuesta más recordada: con ¿Qué nos pasa?, una comedia social de segmentos en la que destacaban personajes como: El no ay, El picudo, Doña Zoyla, El Flanagan y su frase Queremos rock, el lic buitron, el tá difícil, el destroyer, entre otros.Este tipo de humor ponía en escena la pobreza, la desigualdad y la hipocresía de la vida social y política mexicana.
Hoy, el intelectual mexicano, Carlos Monsivais escribió sobre Héctor Suárez un gran artículo titulado: los rostros de humor social publicado en el portal Proceso, texto que vale la pena leer y del que extraemos el siguiente apartado: “la censura eliminó el humor político y prohibió todo humor sexual ajeno a las alusiones descaradamente blancas. La censura y el culto a lo pueril erradicaron el humor social, aquel que representa el nivel de conocimiento regocijado de las posibilidades y frenos de una sociedad”.
En definitiva, los cómicos del estilo de Suárez debieron ocupar espacios marginales frente a fantasías colectivas como El Chavo del Ocho. Suárez fue, además, un crítico temido por muchos mandatarios mexicanos. Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Peña Nieto censuraron, a su turno, sus programas. Suárez a través de su personaje “Justo Verdad” fustigaba a todos por igual, aunque le dedicó un acento especial especial en las acciones de la Primera Dama, Angélica Rivera, esposa de Peña Nieto.
De todos esos segmentos y personajes de Héctor Suárez cabe destacar aquel del Padre Amaro y Chabela, en el que participaba la sensacional Nora Velásquez: los chistes, los malos entendidos, las inflexiones de la voz, el maquillaje, en fin… es posible todavía encontrar algunos capítulos en el Youtube.
Dubois recalca su rostro de charro mexicano, que le permitía esa versatilidad, al punto que hizo de narco en varias novelas. Esa plasticidad potenciada con prótesis faciales y maquillaje, transformaron a Héctor Suárez en un humorista de época en la tierra del inmortal Cantinflas.