Quito, 01 abr (La Calle).- En declaraciones de prensa, el Vicepresidente Otto Sonnelholzner presentó un cálculo aterrador: “El 70% de la población ecuatoriana, puede afectarse por el COVID- 19. La única forma de tener cifras reales, más que nada en Guayas, es aumentar la capacidad para hacer pruebas. Se han sumado ciertos laboratorios y llegarán 100 mil pruebas al Ministerio de Salud Pública, allí tendremos más amplio el abanico de contagios”.
En la misma declaración de prensa, Sonnenholzner, sostuvo: “en la actualidad el 55% de la población no tiene síntomas y desconoce que está contagiada”.
¿Qué quieren decir estas cifras? De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Censo, somos 17 millones de habitantes, si según el Segundo Mandatario el 70 % padeceríamos de la enfermedad, esto equivale a 12 millones de habitantes.
A 1 de abril de 2020, ya han fallecido 93 ciudadanos de 2.748 afectados: el 3.38%. Si el 70% de los ecuatorianos llega a portar el virus y, a la vez, se mantiene el porcentaje de mortalidad, alrededor 400 mil ecuatorianos fallecerían por la enfermedad en el tiempo, eso sin tomar en cuenta el subregistro.
Este dato es muy grave, por ejemplo, si se compara con la epidemia de Ébola en 2014, que según datos de la Organización Mundial de la Salud, mató a 11 mil personas en 11 países. Sobre esta información el doctor Marcelo Aguilar, sostuvo, en diálogo con Radio La Calle, que esa incidencia de infectados (11 millones) se alcanzaría en “dos o tres años”.
De su lado, la epidemióloga Claire Muslin, sostuvo que “el porcentaje de mortalidad debe ser necesariamente inferior, pues no se están haciendo pruebas y muchas muertes que no ocurren por COVID-19, ingresan en la estadística. De ahí la necesidad de hacer una serología más precisa”. No obstante, la especialista asegura que el 70% de la población mundial tendrá la enfermedad. “Lo importante es que en el pico de la enfermedad en el Ecuador, el sistema de salud cuente con la capacidad para atender a más personas: solo así no aumentará el índice de mortalidad”.
Hasta el momento el Ecuador no cuenta con una estrategia definida para enfrentar el embate de la enfermedad, en especial con los pacientes asintomáticos, que en Italia o España alcanza el 30%. La necesidad de las pruebas rápidas o de material genético (PCR) se hace evidente. Los ofrecimientos estatales al respecto se siguen dilatando. En cuanto a la vacuna, aún en estado experimental, se desconoce si existe algún contacto con los países que se encuentran en su desarrollo o con la misma Organización Mundial de Salud. Y el silencio es el dato más terrible.