Por: Alexis Ponce / defensor de DD.HH.
Colón y los conquistadores hicieron uso de perros feroces como instrumentos de su estrategia de conquista en la América contra los pueblos asentados en todo este continente. El uso planificado de Perros de Guerra contra nuestros indios, nuestras indias, incluyendo ancianos y niños, es necesario conocerlo y aprender estas otras historias, ocultas por seis siglos.
Los perritos fueron usados por vez primera en el nuevo mundo, por Colón y las tropas españolas subsiguientes, para masacrar seres humanos.
Estas atrocidades, inauguradas un 12 de octubre de 1492, no nos fueron enseñadas nunca, en la escuela, el colegio, la universidad, los gobiernos, los congresos, los medios de incomunicación, los púlpitos y los hogares donde se cría a la mayoría inmensa de latinos como buenos cristianos, blancos blanquitos o blancuzcos, y envidiosos admiradores de las monarquías del planeta.
¿Qué espanto puede ser mayor para quien nunca vio en su vida perrazos de tal estirpe, lanzarse a toda velocidad, y por decenas, contra el ser que más amaste, tu hija, tus padres, tus hermanos, tu pareja?
Bueno es aprender y recordar. Sobre todo en los tiempos negacionistas y offshore que corren.
Los perros eran los alanos, una mezcla letal de dogos y mastines, así criados y entrenados por las tropas de los imperios para sus guerras e invasiones.
Miro a mi amado, adoptado y tierno «Robin Júd» en esta noche… Los perritos son lo que hacemos de ellos y por ellos. Una bestia convertirá esos nobles animales en salvajes tropas de muerte o de tortura (Imperio romano o Pinochet).
Dejo atrás el pobre discurso alano y aldeano del primer mandatario, que mientras más offshore se pone, más tanto se parece a Moreno, Romo y Roldán. Los ojos reventados veían la última luz: Como las carnes reventadas en los cruentos ataques de la tropa canina española, en mi América herida y negada, veían la última mordedura.
Las élites siempre quedaron rabiosas y con la aterrorizada sangre helada tras salir del último cine y la última película antes de la pandemia: al ver Joker. No es casual que el primer offshore del país, espejo del negacionista multimillonario Thomas Wayne, lo nombre. Para él, nunca existen los previos Arthur Fleck, los ciudadanos sin trabajo, los mandados al carajo y los ninguneados, que deciden convertirse en Joker latinos e indignarse hasta tomarse las calles del Sur o perder sus ojos, reventados por las tropas al servicio de los Thomas Wayne de la aldea, en Ecuador, Chile, Bolivia o Colombia.
Joker fue Arthur Fleck: el hijo negado por el multimillonario, que no tuvo mejor idea que encerrar en asilo a su madre, para que no lo persiga la vergüenza en su zona de confort. Ya es tarde para defender el prestigio. Ciudad Gótica no es Dakota del Sur, Thomas.
El prestigio de «Los nuevos Gran Cacao» es offshore. Y Joker hace temblar a esa élite, acostumbrada a cercar con vallas sus mansiones y los monumentos a la reina Católica. Si ayer usaron perros de guerra, hoy usan perros anti-motines, en contra de todos los Arthur Fleck y los tataranietos de los indios que murieron destrozados en los hocicos de la más letal arma secreta de los conquistadores.
Anexo: ‘El Confidencial’ de Chile. / «El arma secreta de los españoles»